miércoles, 24 de diciembre de 2014

Bunbury la peligrosa herida de la sinceridad

       

      Mira que me costó aceptar a Enrique Bunbury entre mis cantantes de cabecera, a pesar de tener a un sucedáneo muy válido de su personalidad arrolladora, y más que admirador, devoto de oraciones en cada ángelus laico,  a mi mejor amigo de los últimos años. No ha podido acercarse a él porque no le da la gana; poco amigo del trabajo; tiene voz, personalidad y encanto personal y, sobre todo, buen gusto suficientes para haber podido vivir de lo que realmente le gusta. 




       Héroes del silencio no fueron, siguen sin serlo, uno de esos grupos que me gusten, hablaba sin parar, fascinado por la creatividad de Calamaro, de todas las virtudes de Los Rodríguez como ese algo que para mí les faltaba, o del misticismo un tanto inocuo y demasiado efectista, o el lenguaje excesivamente metafórico que, desde mi punto de vista, les sobraba como banda de rock que eran. Pero quedé prendado con uno de sus cantos del cisne; La, mítica, Chispa adecuada


       Después, en solitario, vendría lo realmente bueno. He tenido que rendirme ante un hombre que sería artista aunque no tuviera talento, y lo tiene a espuertas. No he podido verlo en directo, pero juro que lo haré a la mínima oportunidad, me han hablado maravillas de sus conciertos y me las creo, no tengo más que ver sus vídeos; iconoclasta, tierno, irresistible, entregado a su público y a quien haga falta, incluso sus salidas de tono me resultan geniales, como las del gran Raphael, con quien le une el ser animales irrepetibles de la escena; ecléctico, tanto que ni él mismo sabe adonde va, ni a qué quiere meterle mano al día siguiente, y tantas otras cosas que podrían llenar varias manuales sin solución de continuidad. Pero lo que más me asusta de él es su sinceridad, brutal y que nadie en el mundo le puede exigir, habría tenido demasiados problemas por ella, pero le indulta un asunto insignificante, la palabra Bunbury.   

Publicado el 10 de Diciembre de 2014.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.