Pasará el pájaro blanco de la noche
entre los edificios,
los cables, las antenas,
porque será una noche para que pueda ver
la luz agonizante de una estrella
que arderá en el deseo
de romper lo pactado y prolongar los besos,
de perseguir tu recuerdo
de reclamar lo perdido.
Me alcanzará la muerte en un callejuela
que espero con salida
cuando acabe la agonía
del postrero lamento
del postrero lamento
y no abra los ojos
tristes aunque aunque te vean.
Como el toro angustiado en el último tercio
miraré los tendidos que celebren mi muerte
cuando caiga la gota última de mi arte
y acabe la agonía de haber sido distinto.
Ya no abriré los párpados
lentos aunque lo intente
y luche con las sombras que firmen mi sentencia.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.