Calamaro es uno de esos cantantes que conocí con un estribillo y ya supe que nunca podría dejarlo atrás, que nunca me fallaría. El año puede ser 1995, el lugar; la explanada de La Marina, la canción; Sin documentos. No la cantaba él sino mi buen amigo Willy, fue como enamorarme en un momento de la energía y la suerte de tener talento para transcribir lo que se siente.
Entonces comprendí que me gustaba la rumba, que no podía dejar atrás vestigios inequívocos de mi origen humilde, de mi barrio y esos horteras que llevaban al hombro o bajo el brazo un radiocassette enorme devorador infatigable de pilas. Desgasta mucho, mucho bailar una canción como ésta.
He preferido llegar al corazón con otra obra maestra de Andrés, esa en la que nos confiesa el horror y el desconcierto herido que sintió en su Argentina natal ante las desapariciones tan despiadadas durante la Dictaduras de los defensores de la Patria.
He preferido llegar al corazón con otra obra maestra de Andrés, esa en la que nos confiesa el horror y el desconcierto herido que sintió en su Argentina natal ante las desapariciones tan despiadadas durante la Dictaduras de los defensores de la Patria.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.