miércoles, 31 de diciembre de 2014

La lira y el acanto.


Va quedando en el suelo mi mirada
y mi sonrisa gris, hueca, perdida
sigue su propio curso enajenada
por la sombra sin rumbo de tu herida.

Va quedando la luz amortajada
porque la luz se fue con tu partida
y no busco otra voz enamorada
para volver de nuevo a la vida.

¿Dónde está el aliento que arrancaba
de mi alma las notas más profundas?
¿dónde los ojos que me amaron tanto?

¿Dónde la primavera que soñaba?
En tu orilla quedaron. No los hundas,
no marchites la lira y el acanto.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.