martes, 30 de diciembre de 2014

Jorge Drexler - Todo se transforma - Palabras para Elda




A mí también me ha ocurrido eso alguna vez y frustra un poco, Elda, y, bueno, es como el agua de un río que pasa por un puente y no vuelve nunca más, será otra agua la que lo lleve hacia la muerte como al pez de Miguel Hernández. 

Es cierto que he estado un poco apartado de todo esto, no me hubiera gustado, pero no me sentía con ganas y supongo cuáles eran las razones, por eso aprovecho poemas que llevan algún tiempo escritos y en los que me preguntaba dónde estaba cuando era una isla a la deriva, ahora llevo un rumbo cierto hacia el fracaso, entretanto sigo dándole mucha importancia a estos comentarios, son mi diario personal, aquello que no debe tener otro valor que proporcionarme una información aproximada de los sucesivos hombres que voy siendo, me mantienen vivo y reactivan al joven caótico y desaliñado que solía estar interesado por todo y, sin saber por qué, acabó dando prioridad a la naturaleza humana sin tener una mínima idea de que existía el Humanismo. No tengo una explicación a esto último, es uno de los puntos que más entorpecen mi relación con Inma, ella piensa que hay un poso de vanidad, insoportable como todas, que es heredada, ya que afecta, aunque con menos intensidad a más de uno de mis hermanos, y es posible que sea así, pero entonces no tendría que enfadarse, ya que yo no habría hecho méritos para poseer semejante lastre, tendría que arrostrar, como el capitán Achab, con mi propia naturaleza .

         Sé, Elda, que ahí ha residido el que más veces de las aconsejables no haya estado afortunado y que algunas de ellas haya sido contigo para quien, casi todas, las palabras que le pueda dedicar deben ser forzosamente de agradecimiento. Pero para mí escribir y
no, desde luego, desde un punto de vista formal, ya sabes que a esto le doy una importancia relativa es una aventura arriesgada, creo que hasta el escritor más insignificante piensa que se mueve entre el genio y la locura, eso es lo que transmitimos a la sociedad un tanto insensible en la que nos desenvolvemos, así aquellos escritores que no tenemos premiso somos tratados como locos y llevan razón en casi todos los casos; siempre que estuvieras interesada te lo explicaría con más detenimiento. 

    Te diría que cada vez me siento más satisfecho de ser un desconocido, me preguntarías con razón de dónde surge esa compulsión de pasarle por delante del rostro todo lo que escribo a gente que no sabe leer y yo te contestaría que no lo sé, quizás sea que he llegado a la conclusión de que haga lo que haga mi destino será acabar en la fosa común del olvido. También te habrás preguntado por qué tengo una inquina casi obsesiva hacia los sacerdotes, los fariseos y la mayoría de los políticos, prevaleciendo los de derechas entre estos últimos, y lo reflejo abiertamente cuando intento darle fondo a mis pensamientos como aquella persona que se sabe tan pequeña que puede decir lo que quiera con el convencimiento de que no va a ser escuchada; no sé lo que se debe hacer para sacar adelante un país en el que la gente sonría pero sé algunas cosas que se pueden hacer para evitar su llanto.

En cuanto a este poema (Sigo siendo ese río fundido con la piedra / cuando el amor me hiere y no puedo arrancarte), no me hubiera creído que iba a sentirme tan contento de haberlo escrito, equilibra lo que siento por  aquellos cuya apreciación ante el paso del tiempo es la contraria. En realidad y teniendo en cuenta que he progresado ya que empiezo a vislumbrar algunas de mis limitaciones este poema representa la cumbre de lo que puedo conseguir, me apena pensar que solo tenía treinta y trés años cuando lo escribí, una edad muy temprana en nuestros días. No sé si tengo razones objetivas para sentir así, ya sabes que yo apenas pienso que cuando te regalé "En las orillas del Sar" temías que te hiciera preguntas inoportunas sobre el maravilloso poemario de Rosalía en la siguiente cita. No hablaré de poesía empieza con una licencia que los ortodoxos no ven con buenos ojos, ya me di cuenta, está escrito en alejandrinos y por entonces solo recordaba vagamente que su definición venía en mi libro de 3º de Bachillerato, quizás el uso de la metáfora o algo parecido sea desproporcionado pero lo entiendo y puedo desgranar su significado, y eso me satisface especialmente ya que no suelo entender muchas cosas. 

       Pero no creas, Elda, que pierdo de vista la realidad, pocas cosas serían más grotesca para los muchachos de mi barrio que aprenderse un poema mío porque hubiera ganado el primer premio de mi escalera en una tómbola.  

  Jorge Drexler es un cantante por el que mi amigo (cada uno encuentra lo que el azar le pone en el camino) de los últimos años tiene una predilección especial. Ya sé que es madrileño de Uruguay, que sus hijos lo son también pero con pleno fundamento. Él no piensa cambiar de lugar para expresarse y ver la vida que desea, y denunciar tantas cosas que nos hacen daño y consolar las que nos duelen. 

Esta canción además de ilustrar el tema que hemos elegido es la que más me gusta, el cambio aparece constantemente y la vida sigue y la única forma que tenemos de pagar el amor es con más amor.. No soy un gran seguidor de Jorge, pero cuando da en el clavo logra que me quite el sombrero. 

 

Un abrazo, Elda, sigo con ganas de volver a Madrid y frecuentar, con el mismo entusiasmo, los auditorios donde se celebran los conciertos entre los que no puede faltar el Galileo de Enrique Urquijo y Javier Krahe, y las plazas donde cantan los músicos callejeros como aquel exquisito indígena al que le compramos los discos, que no supo cantarnos "Esto no es una elegía", aquella canción que me dio la alegría de entristecerme en Cádiz con la presencia melancólica de los trovadores de la Habana Vieja, pero nos regaló, para siempre, otra canción y nos hizo hablar en silencio entre las sombras telúricas de la calle del Carmen cuando nos alejamos de Sol. 

       Nos veremos pronto en la sombra brillante de los días dichosos de los recuerdos que tienen que llegar.  

30 de diciembre de 2014 

Posdata: 23 de junio de 2017
El otro día conocí a Luis García Montero y comprendí por qué él es conocido y yo no.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.