martes, 11 de agosto de 2015

Avenida de África en silencio





Silencio, ni azucena
de un dios que me consuele,
vivo para el recuerdo de lo que no he tenido;
he visitado cárceles,
hospitales, cuarteles,
he hablado con los locos, calmado a los perdidos,
pasado por los barrios donde habita la muerte
y entregado mi risa
al corazón vencido.

Y tú, que me dejaste el ritmo en la zozobra
y el alma desbocada,
con las dudas me abrigas,
amarras el silencio y el dolor aprisionas
para representarlos como una alondra herida
que canta cuando muere y en el llanto se ahoga.

Y tú que me arrancaste la luz de las farolas
me dejas con las sombras turbias de la Avenida.





lunes, 3 de agosto de 2015

Cinco minutos



Porque todo el mar cabría
en la oscuro de tus ojos,
 aun así me quedaría 
con la luz de tu mirada
cuando el río se dormía.


Cinco minutos de amor, un refugio en el recuerdo,
un alma que se emociona con palabras sensibles
que apenas escuchas
y dejas descosidas en un cuaderno sin solapa.

Los caminos se estrechan entre la luz 
que se acorta y difumina
y llamas al grillo del hogar que no tuviste
porque estás sola
como una muñeca perdida en un almacén
cuando terminan las rebajas,
como el silencio de los escaparates de la ciudad 
que duerme y se recoge,
como la golondrina
que se enamora del invierno.

Pero esos momentos te llenan de vida,
resucitan a la niña que se perdió y se rebela
para que su madre adorne
su pelo con un jazmín adolescente.

Retomas el camino que nunca conociste
mientras lloras por la muerte de la tarde
y, a través de la ventana, los árboles
se convierten en sombras,
tu corazón en una nube que agoniza,
tu sonrisa en un gemido que traspasa la noche,
que se apodera de la tristeza de tu rostro 
y muere en el alba.