jueves, 25 de diciembre de 2014

Gloria - Van Morrison y Patti Smith

       Roberto decía que Patti Smith se aprovechaba, para buscar a un Cristo enrollao y comprensivo, de la estela de los Them y su líder. Yo , por no perder la costumbre, disentí, el Gloria in excelsis Deo lo veía muy superior, más incisivo, más profundo, más arrostrado a la hora de negar a Dios en las alturas de la Tierra.



        Él no podía olvidar que Morrison se acordara ladinamente de Bach en su Caravan y su Astral Weeks, yo no podía sostener en mi capacidad de entendimiento a una musa creadora con estética prepunk y jugándose la vida en cada matiz de una canción profunda, iconoclasta  y dislocada. 


       Estábamos hablando de momentos excelsos en la perfidia de la música popular, con la gente más implicada en alcohol y en amores de un día que pueden preñar cuando no es posible cuidar a la criatura, ¿a ver que hacemos?.  

Cristo ha muerto por los pecados de cualquier otro,
  no por los míos.


       Poetisa perversa que pregunta a los ángeles dónde queda la aurora para poder desmoronarse en un viejo escenario con pinta prostibularia, dónde dejar el grito que tuvo en 1975, dónde está el río turbio y purulento que la libere de las nuevas amarguras. En Viet-Nam no hay rock y los cantantes mueren sin saber por qué, emitidos sus últimos lamentos por Radio Ethiopia.

        Dejemos tranquilo hoy al León de Belfast, ya habrá tiempo para invocarlo y dejar que nos hable de una chica distinta.

       Me quedo, en este caso, mil veces con esta poetisa que le hace un guiño a todo, aquella que hiere a Cristo mientras lo bajan de la cruz, y no cree en las Cofradías del Descendimiento. No te enfades Van, tengo una botella de cognac para brindar por Lady George, un momento para emborracharnos de la herida aprisionada en tus mejores canciones.  

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.