sábado, 24 de marzo de 2018

Las adelfas (2018)



Llegas a mí ahora sin haberte buscado
sobre la vista cruel de una avenida
donde muere en la noche un árbol solitario
y las adelfas vierten su tristeza
y su veneno
en ilustres borrachos sin futuro
mientras cantan El rey bajo el latido tenue
de luz de una farola oscurecida.

Dejé la rabia
de amor que me mordía
el cuerpo traspasado por la rosa de los mártires,
por una juventud
rasgada por un pacto no firmado,
lastrada por los vientos que me hacían penar
cuando lloraba la calle y vivían
los cementerios
y los viejos morían mirando su ventana.

Decían que era débil, que remar no podría
contra el levante
en un mar caprichoso que yo amaba
al recordar la brisa del verano
y los nombres que ya no volverían,
la soledad de un padre huérfano y obsesivo
que necesita
ser querido mas ya no sabe hablar;
escapa de las aulas cada día,
y afronta por la noche la tormenta,
su orgullo desterrado,
su presencia en las sombras, su destino en la mar.


jueves, 22 de marzo de 2018

El poeta y el loco




El poeta y el loco tienen misma natura;
uno habla por charlar, el otro a la aventura.
(Jean Passerat) 

¿Soy o no soy poeta? - Pregunté a Yorick con su cráneo entre las manos que ya no eran mías y recogí el silencio que me inculpa y me atormenta con su inaudible chasquido de verso mal escrito. El poeta y el loco participan,  sin freno en la caída, del mismo delirio de grandeza; uno muere cuando enloquece de celos al descubrir que hay quien escribe bien, aparte de él, el otro de cordura cuando comprende en su dolor que no volverá el Quijote a luchar contra el cíclope del mundo y Dulcinea tiene la vulgaridad forjada por el hambre de una mujer de fortuna que frecuenta las tabernas.

El poeta baila por su propia vanidad y endiosamiento convencido de que su lenguaje metafórico no será entendido y, por lo tanto, juzgado. El loco por divertir a quien quisiere. Pero ambos van marcados por una suerte desigual, el poeta se ahoga cuando recibe halagos y cree disfrutar de la compañía de Rimbaud y hablarle como si fuera un colega de la trasgresión venidera que nunca acaba de asomar. El loco vence al mundo cuando le hace reírse de la fortuna de los ciegos que ven las caras de quienes nos hablan e intentan corrompernos, y el mudo, Mariano lo atestigua, dice lo que no siente por no dar pistas de su desgracia, ni destapar contabilidades.

No me preguntéis con cuál de los dos me quedaría. Puestos a elegir, el amor es una bendita locura de la que no quiero despertar ni siquiera por escribir el más bello poema,  me quedaría con la ternura del loco y, acaso, con la temeridad presuntuosa del poeta. Prefiero un instante de vida que un torrente de poesía. El rey Hidetora no entendía al bufón en sus momentos de cordura, cuando éste fingía mentir tristemente sonriendo y sufrió la traición de dos de sus tres poetas, aquellos que recitaban los versos laudatorios llenos de pasión, empapados de halagos desmedidos y planes enmarañados.

Al final se nos van los años y las ilusiones pero queda el poder redentor de una sonrisa sincera aunque sea forzada, el valor de afrontar la vida como lo más hermoso cuando se abraza con autenticidad a pesar de las dificultades.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Marilyn Monroe - La profunda tristeza de una inadaptada

        
      

El rodaje de "Vidas rebeldes" acabaría siendo una tortura para los tres protagonistas, el guionista y el director, aunque es posible que este último, John Huston, disfrutara en el sufrimiento con aquella explosión auténtica de vida que encajaba con su aliento existencial; malgastó en el casino incluso lo que no era suyo[1] mientras fumaba y bebía compulsivamente. No importaba que esa vida se estuviera apagando en los ojos de los protagonistas, porque ese ocaso traspasaba los límites de la ficción para convertirse en un testimonio desolador de la belleza entre el desierto caluroso pero oscuro y el espíritu irrefrenable de la decadencia humana. Probablemente el genial director no volvería a encontrar esa senda en el vientre de la melancolía hasta “Dublineses” cuando ya se estaba muriendo mientras pagaba el tributo a una ruta plagada de excesos que había provocado que muchas veces no pudiera exhibir su inmenso talento. Para él la vida estaba demasiado por encima de la gloria.

El guion de "Vidas rebeldes", película que, desde mi punto de vista, llegará a ser mítica algún día por sus valores cinematográficos intrínsecos no solo por ser una leyenda, iba siendo modificado en la medida que Arthur Miller se convencía de que Marilyn no iba a cambiar nunca aunque fuera distinta, no llegaría a ser como él quiso alguna vez que fuera antes de su pregonado romance con el actor y cantante francés Yves Montand, él no sería una excepción que cercenara su naturaleza enamoradiza y con tendencia a la infidelidad. Marilyn era aquella muchacha de belleza explosiva que había deslumbrado en una parada de autobús, ligera de cascos, sin familia y, lo más peligroso, sentimental. Sus personajes no tenían ataduras emocionales cuando no quedaba amor, a veces incluso cuando no era así, ni sociales, ya que nunca habían tenido una reputación que proteger o un hogar que mantener en pie. Pero acababan vendiéndose por un gesto de comprensión o una caricia con la mirada.
 
De aquel duelo involuntario de perdedores se deduce, nunca se confirmó,  que Marilyn cayó prendida por el atractivo otoñal y la sonrisa entre cínica y tierna de Clark Gable, y ahí se resuelve el extraño y profundo magnetismo que desprenden las escenas que comparten. Es posible, de ser cierto, que ahí radicara la causa principal de la ruptura[2]; la paciencia de Miller tenía unos límites. Pero también se afirma que el matrimonio ya había naufragado; los devaneos y las tendencias depresivas de Marilyn no mejoraban con esta relación que fue celebrada por la prensa, haciéndole poca justicia a Marilyn, como la unión del cerebro y el cuerpo, a esto habría que añadir  un aborto que la llevó a un pasaje del agua sin retorno. Se rumorea que el hijo que esperaba no era de Arthur Miller sino de Yves Montand. Pero ni siquiera es seguro que hubiera estado embarazada. Esto es otra historia que la prensa menos rigurosa no ayuda a esclarecer; llega a hablar de que la actriz tuvo en su vida cuatro abortos, todos ellos involuntarios.
 
Miller desnudó el alma de su mujer y, aparentemente, acabó siendo indiscreto y cruel, tenía motivos sobrados para ambas cosas ya que había sufrido un castigo duro, excesivo incluso para un hombre abierto y liberal como él que pertrechado en su inteligencia sabía beber sin embriagarse los sorbos amargos del drama de la vida. A pesar de todo le acabó sirviendo en el aire el papel que ella siempre había buscado como a una Salomé inconstante, errática y sin ninguna concesión a la prudencia, eso sí cargada de buenas intenciones. Siempre se ha dicho que el pecado más grande de Marilyn era su incapacidad para mentir.

El resultado de “Vidas rebeldes” no acabó de satisfacer a la crítica aunque la considere un documento mítico y único por desvelarnos en primera plana el destino que esperaba a los protagonistas; Clark Gable parecía presagiar su cercano final, con la mirada introspectiva, la respiración profunda y el cansancio en su rostro. Marilyn estaba desquiciada por sus amores perdidos, por el alcohol y el Nembutal, y, para empeorarlo todo, cayó enferma. Montgomery Clift seguía hundido en su tormento y enredado en las drogas que lo arrojaban en el regazo de sus ansias autodestructivas, ya que no podía superar el terrible accidente que lo desfiguró y lo entregó al dolor, a lo que se añadía su sempiterno drama por no asumir su más que probable homosexualidad. La película tampoco contó con la mirada condescendiente del público que no supo apreciar en un primer momento que nunca la tristeza había desprendido, desde el gris, tanto resplandor, nunca había la belleza profanado con tanta sensualidad y telúrica morbidez los templos ruinosos y sombríos de la desesperanza. No fue, sin duda, el último western como dijo Arthur Miller, pero sí la última película para dos mitos y el crepúsculo prematuro y tortuoso para otro.



[1] Huston había recibido dinero adelantado para gastos de la película por parte de la productora y la cantidad que había gastado era superior a sus emolumentos. 
[2] Hoy día se tiende a pensar que lo que Marilyn sintió por Clark Gable era algo parecido al complejo de Electra pero, extrañamente, sin implicaciones sexuales en su caso; el mítico actor sería el padre aventurero, soñador y cariñoso que siempre quiso tener. Por otra parte es más que probable que Arthur Miller ya hubiera arrojado la toalla antes de que empezara el rodaje, era demasiado duro afrontar el último idilio, que llegó a ser público, de la actriz con Yves Montand, además conoció a Inge Morath, una fotógrafa que, junto a otros muchos, hacía la cobertura de la película y, ante la evidencia del distanciamiento con Marilyn, intimó con ella. Se casarían poco tiempo después. 

martes, 20 de marzo de 2018

Jacques Brel - Los burgueses




Ya somos todo aquello
contra lo que luchábamos a los veinte años.

(José Emilio Pacheco)

Nos enseñan a amar cómo se debe y no a cómo se ama, a decir lo que está escrito y no lo que se siente. Brel aún no había aprendido estas consignas en 1962, no lo hizo nunca, y mostraba la debacle resultante de intentar conciliar la vida con el sueño, pero insistía, con una agonía vital que se movía entre la pasión, el miedo y la desesperanza, en que la tristeza de la muerte no puede arrebatarnos la alegría de vivir. Pero el tiempo nos dice, de crisantemo en crisantemo, que no podemos volverle la cabeza a la Parca ya que está al final de todo.

Brel cantó al candor de la infancia y a la fuerza irrefrenable de la juventud, pero hay demasiados niños que crecen y no juegan nunca más, demasiados jóvenes airados que acaban haciendo suyas las mismas posturas conservadoras de sus padres cuando se hacen mayores y nada les importa más que gestionar los cimientos en los que se apoyan las miserias de su comodidad. Brel nunca creyó en el sueño de aquellos muchachos  burgueses que pedían lo imposible y trataban a sus mayores con un sarcasmo iconoclasta porque pensaba, con buen criterio, que no se referían a que dejaran de ser como eran ellos mismos, no veía un ansia verdadera de justicia sino un conflicto generacional de esos que se curan con el tiempo.

Brel, revolucionario casi siempre y a veces reaccionario; para lo bueno y lo malo estaría marcado por su educación católica hasta la muerte, se posicionó claramente en la década de los 50 en contra de que se utilizara la violencia para lograr los cambios en los que creía y que ansiaba. En esta soberbia canción nos da su punto de vista sobre la situación; "de jóvenes teníamos unos gustos muy originales, creíamos que podíamos cambiar el mundo y nos reíamos de los burgueses mientras les mostrábamos el culo y le cantábamos una coplilla que decía, supongo que sin ningún fundamento científico, que los burgueses son como los cerdos, cuanto más viejos más tontos. El tiempo pasa, nos hemos hecho mayores y no hemos cambiado el mundo, y somos distintos aunque nos identifiquemos con los mismos ídolos. Pero ahora los jóvenes nos hacen burla y nos cantan la coplilla mientras piensan que ellos lograrán acabar con la injusticia y la desigualdad, que acabarán con nuestra estirpe.

Marilyn Monroe - Un mito llamado mujer




¡No sé cuántas veces te busqué en el murmullo
del parque por la noche,
cantante callejera en la soledad de la isla,
ni  cuántas recité a Ginsberg acariciando
su aullido iconoclasta,
 la ternura de tu rostro de ninfa enajenada!
(La niebla)

Desconozco las causas, Mirella, pero en la Televisión Española parecía que se hiciera un seguimiento especial al cine estadounidense de los 50, quizás los más avispados del régimen eran conscientes del retroceso que la industria del cine había experimentado en asuntos como la verdad y la autocrítica, y, en su estrechez de miras, se sentían dichosos y en calma a pesar de la tormenta. 

Marilyn estaba allí y el mito llamado mujer. Empezamos, no solo a través de ella, a sentir un culto reverente por lo perdido; el fantasma de James Dean buscando desesperadamente a su madre, la agonía del exilio voluntario de Orson Welles, la valentía fuera de la pantalla de Bogart poniendo en peligro su tranquilidad al manifestarse a favor de sus compañeros investigados o detenidos. La caza de brujas había desatado una histeria colectiva que sacrificaba la libertad en nombre de una seguridad que requería estar alerta para detectar a un enemigo que no existía.

         Creo que es bueno que miremos al pasado, en él muchas veces encontramos el origen de nuestras miserias actuales, nuestras ansias de querer reinventarnos sobre clichés de sobras conocidos que se nos ofertan como nuevos por los medios de comunicación y fracasan cuando tienen que enfrentarse a la fragilidad variable de la naturaleza humana.

Pienso que tanto Joe DiMaggio como Arthur Miller amaron realmente a Marilyn, el primero de ellos estuvo enviando flores a su tumba durante años y siempre mostraba un indisimulado orgullo cuando se le recordaba que alguna vez la actriz dijo que ningún hombre la satisfizo tanto en la cama como él. El matrimonio de ambos no duró mucho, se habla de los celos de él que no quería compartir a una mujer que nos pertenecía a todos, incluso a aquellos que no habíamos nacido aún,  y de las ansias de libertad de ella como los desencadenantes del divorcio. Como curiosidad puedo añadir que en los últimos meses antes de su muerte Marilyn barajó la posibilidad de volverlo a intentar con DiMaggio.

No volverá tu padre para sentarte en sus rodillas
y decirte que eres preciosa y tierna,
que no te dejará nunca,
te sentirás fuera de órbita en el planeta de tu madre.
(Una habitación sin alma)

Más complejo es analizar las causas de su ruptura con Arthur Miller, no siempre dos personas inteligentes se llevan bien y menos cuando una de ellas arrastra experiencias traumáticas y flirtea con el amor y las pastillas. El dramaturgo quizás no fuera el hombre que más amara a Marilyn pero fue sin duda, no hay más que prestar atención al guión de Vidas rebeldes, el que pudo penetrar con más acierto en su difícil carácter quebradizo, en su continuo ir y venir de las sonrisas a las lágrimas, su miedo a la vida, su solidaridad dolorosa con el sufrimiento de los otros, la búsqueda del padre que la abandonó cuando ni siquiera sabía hablar.
 

Algo que podría estar en el origen de la ruptura de la pareja fue que la actriz  se sintiera atraída por Clark Gable con un fascinación que traspasaba cada escena, lo que no escapó de la atención de Miller. Es probable que Marilyn hubiera resistido los requiebros del eterno galán de la sonrisa irónica y la mirada triste de quien empezaba  a sentir el frío aliento de la muerte, no así Norma Jeane; una melancólica cantante arrinconada que escribía poemas, que nunca había sido niña y se entregaba por un gesto amable. Quién hubiera pensado que un capitán Butler perdido y derrotado sería el último gran amor de una muchacha sencilla que nunca podría enfundarse el fastuoso vestido de Scarlett O’Hara.