lunes, 15 de diciembre de 2014

A La Muerte de un Poeta (Epistolario).

A José Antonio Fernández.


        Lamento haber tardado tanto en poner esta dedicatoria que ya tenía en mente cuando escribí el poema; todos lo conocían pero nadie supo decirme como se llamaba, el otro día coincidí con un conocido que era dueño del bar que frecuentaba antes de marcharse de Ceuta y me lo dijo. Su profesión era la de médico, su problema el alcohol, pero la pasión que determinó cada paso que diera en su vida fue la poesía.  Solo coincidí con él una larga noche que espero tener algún día la lucidez y el temple para poder narrarla, y aunque con algún que otro desagradable incidente de por medio, acabó siendo su noche, recitó no menos de cuarenta poemas, y solo tuvieron cabida tres autores; Byron, Hölderlin y él mismo y él mismo. Tengo que admitir que su poesía no me pareció demasiado buena, pero me demostró que era un verdadero poeta y que tenía un excelente gusto ya que durante horas estuvimos hablando de aquellos poetas que nos gustaban y citó a un buen número de ellos sin que pudiera objetársele nada. 


sin embargo en mi pecho algo suspira esperanzado. 
 A esta pena no has podido acostumbrarte 
 y entonces sueñas en tu férrea somnolencia 
 ¿No estoy solo aquí? Pero un aire me roza  
muy suave,  venido de lejos,
 y aunque dolido sonrío admirado 
por sentir 
el poder de una felicidad que desborda mi pena…


(Hölderlin– Traducción: Javier García)  


                                    1

Plegaria en los portales donde un cómico muere,
quiere evocar la escena donde Yorick  se muestra
antes de dar el paso que lleva hacia el olvido.

¡Oh, tú que fuiste libre y pagaste con tu vida,
tú que haces llorar, sentir y envalentonas
el divagar constante que la memoria vierte!

¿No vendrás a tocar los pechos exaltados,
a mirar por encima del hombro de un gigante,
reír en el país que ha expulsado a la risa,
a romper la corona del rey de los heridos?

¡Oh, tú que en el sendero tus versos has dejado,
que corres y caminas y el desenfreno amaste,
no pondrás unas flores frescas en otra tumba,
mientras portas la pluma y agitas al arquero!


                                   2

Y canté con candor al dolor de los perdidos,
a los palafreneros que abundan en los patios
de armas de una noche como un hálito lejana,
breve como el lamento que hiere en el teatro
oscuro de provincias;
Manrique  que envejece sin un rayo de luna
y no sabe apagarse en la melancolía.

En el Lope de Vega  goteaba algún verso,
alguien encadenado a Calderón  se acercaba;
¿dónde duerme aquel rostro
severo, atormentado que buscaba la luz?
¿dónde la brava lucha por alentar el sueño
del triste Segismundo  roto de las cavernas?

No somos del recuerdo, no tenemos futuro,
el bulevar rebosa de frases lapidarias,
de artículos y notas que pasan por los ojos
que no quieren saber
que el mundo ha cambiado,
miran hacia otro lado cuando triunfan los necios.


                                      3

¡Ay de ti que abrazabas con fe la poesía
te has quedado midiendo los ecos de otro tiempo!
son tus ojos espejos que rebosan tristeza,
tu cabello es el marco donde ahogué las dudas;
el tiempo se ha llevado lo que era oscuro y tierno,
las horas arrastraron hacia el mar de los mustios
lo que era un reflejo de ganas de expresarse
y destila cansancio, miedo, desesperanza.
Tus manos temblorosas esgrimen el papel
donde Byron  dibuja la Hélade  soñada,
y ya no quedan barcos para buscar las islas.


                          4


El divagar profundo del poeta
que hablaba en las parodias de la vida
habita en un murmullo en las butacas
donde un drama se funde en el atasco
de aceras y semáforos. Personas
de días agolpados sin futuro
y colores que ocultan el fracaso,
asistiendo a un guion que nadie muestra.

Hamlet  se precipita a nuestro encuentro,
besa los fríos labios de la muerte
abrazando la fe de un bardo herido
y la duda que tiembla entre sus manos.

Conscientes, como entonces, de que somos
rebasados por cambios que no advierten,
por palabras que vuelven
a la mente que lucha
por mostrar que está viva,
que abandona el ocaso.

Pero nadie acompaña
el mar de nuestro rumbo,
sufrimos en la herida
sin saber qué nos duele,
vagamos en la niebla,
lloramos la mañana.

                          5

Una nueva palabra y te llenas de vida,
y cantas al amor, ¡oh, dios de la tristeza!,
avanzas entre chanzas por tenebrosas sendas,
y abrazas la amistad, te ríes de los formales.

Pero ya no eres tú quien se acerca a la escena,
conversa con los trajes que tuvieron un nombre,
no eres tú quien celebra de la noche el reinado,
cuando todo desvela y aparece Dionisos.

No tendrás otras fiestas para apurar las horas,
otro momento intenso para hablar del destino.
Llega el telón de fondo, el show ha terminado,
se recoge el atrezo, se apagan las linternas.



Epístolas a la muerte de un poeta








A Macedonio-
27 de Marzo de 2013



       Desde luego que la frase que citas es muy digna de ser tenida en cuenta. Particularmente fue Valle-Inclán y sus Luces de bohemia el que me inculcó esta reflexión aparentemente contradictoria, su Max Estrella es una especie de alter ego del poeta sevillano Alejandro Sawa quien, con razón o sin ella (no he leído nada de él), pasó a la historia como un pésimo poeta, es decir no sabía escribir en verso, aunque era brillante en la oratoria y en las conversaciones y vivía como nadie la bohemia de tugurios y tabernas del Madrid de los años veinte, con un lirismo desmesurado y un amor infinito hacia la poesía ¿era o no era poeta?

28de Marzo de 2013



       No sabes, Ricardo, cuánto me alegra tu comentario, me avergüenza confesar que "Luces de bohemia" lo leyera como lectura "obligada" y que tuviera que hacerlo varias veces para acercarme mínimamente al mundo transgresor y apasionado de aquel genio que parecía oponerse a todo, empezando por él mismo.

       Puede que no sea cierto del todo, pero me emocionó la frase que Massimo Troisi dice en "El cartero de Neruda"; "La poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita", en este caso y, en honor a este amigo de una sola noche, yo diría que no es de quien la escribe sino de quien la siente.




29 de Marzo de 2013 



       Gracias, Ronald, por esta prodigalidad en buenas palabras. Es curioso que se haya abierto en el Foro el debate acerca de misma esencia de la poesía y que a mí se me ocurriera, poco antes, editar de nuevo y hacer algunos añadidos a este poema tan cercano en su espíritu al del propio debate. Hace unos dos años que lo escribí y es ahora que empiezo a disfrutarlo, no te sabría dar la explicación. Si pudiera contribuir mínimamente a atenuar la leyenda negra que en mi ciudad hay de este poeta me sentiría satisfecho. ¿Cómo iban a comprender su sensibilidad o que desaprovechara el prestigio social y económico que otorga su profesión, como diría Daudet, por culpa de las bellas rimas?


31 de Marzo de 2013



       Ya ves, José Antonio, lo solos que nos vamos quedando en tu ciudad y la mía, sí ya sé que no naciste aquí, pero como decía Max Aub, otro tipo raro,  como tú, como Max Estrella, uno suele ser de donde pasa el bachillerato, me dirás que no estudiaste aquí el bachillerato, pero en eso no puedo darte la razón, acabaste tu vida arrinconado en una oscura función dentro de las batas blancas por dejar demasiadas asignaturas pendientes, amaste Ceuta en la que reconocías una innegable vocación occidental, una parte indisoluble de Andalucía. No pudiste saber el palo que nos dio  Kiko Veneno, sí, el que nos emocionaba con "En un mercedes blanco" y "Te echo de menos" ; los españoles negamos lo que nos pertenece y está lleno de nuestra cultura; evidentemente, con predominio andaluz, pero no falta representación de cierta importancia de ningún lugar de España,  no, Kiko no es el único catalán que se arranca por bulerías. Esa es nuestra gran herida, tú que llegaste del Sur, que conociste la poesía, que no hubo tugurio que no frecuentaras, sabes lo difícil que sienta al corazón que le digan que eres algo hasta los veinte años y que a partir de ahí le pongan otra etiqueta.

     Y aquí estamos, José Antonio, sin hablar apenas de poesía. En este foro desde el que me dirijo a ti se ha abierto un debate de poesía. Recordando aquella noche imagino que no te gustaría algunas de las cosas que se dicen, mira que no dejaste a Byron en buen lugar con un estilo demasiado grandilocuente, el mismo con el que recitabas tus poemas y por esas cosas difíciles de explicar me desviaste primero hacia Shelley y me quedé con Keats, ningún poema te hubiera hecho tanto honor, ahora que eres cenizas, como "La oda a una urna griega". Hördelin fue otra cosa, aclaramos que su obra pseudo-filosófica estaba demasiado lastrada por la erudición, que su "Archipiélago” naufragaba un poco, en su conjunto, para la sensibilidad, los anhelos  modernos, pero cuando aparecían Diotima, Dios y la Poesía (La Naturaleza, La Libertad y el Sueño del Espíritu Clásico, había que volver los ojos hacia él, hacia la tierra, entonces prisionera de los turcos, ahora de los banqueros alemanes, en donde surge) probablemente consiguió el mismo efecto que Miguel Ángel logró cuando pintó al Dios creador en la Capilla Sixtina; Dios no tiene rostro pero a casi todos se nos viene a la mente cuando queremos dárselo el que pintó “El Divino”.

     Te gustaría mucho lo que algunos compañeros han dicho de la poesía, en algunos casos con mensajes cortos pero contundentes. Puedes estar tranquilo, son muchos los que verdaderamente la aman, bueno, si no muchos, son de los irreductibles, y como dijo Bécquer; Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía.

     Probablemente algunos de estos versos, traducidos por Javier García Sánchez, los recitaste aquella noche, donde convertimos en espectadores a las tres personas que nos acompañaron durante toda ella.

¿Brillas para los muertos dorada luz de amor?
Pues alrededor nuestro Diotima querida,
días y años estelares eran
un todo íntimo y eterno.
…Hoy, sin embargo, desierta está mi mirada,
pues me quitaron los ojos, perdiéndote, me pierdo.
Vivo para buscarte como la sombra errante,
y desde hace mucho, todo ha perdido sentido.
…Mas por desgracia estoy solo y ya nada me inspira;
éste es mi mal. Un cruel maleficio
hiela y tensa mi cuerpo; y mis proyectos destruye.
Y paso los días inmóvil, estúpidamente,
mudo como un niño demasiado pequeño, todavía sin habla,
salvo el llanto que se me escapa a veces de mis ojos.
…Vacío y mudo el cielo no es ya sino una prisión
que me aplasta la frente con su agobiante peso.
…   …   …

Ahora he vuelto a encontrarte,
más hermosa que como te había imaginado
en las horas solemnes del amor.
…   …   …

Bañado por el sueño de la infancia,
sereno como un día despejado,
cuando en el huerto de árboles y sombras
la tibia y dulce tierra era mi lecho
cuando mi corazón se despertaba,
y sentía nacer en lo más hondo
de mi pecho el temblor de lo divino
se hizo música tu alma en torno mío.

…Y en el mundo del sueño tu presencia
devolviendo a mi ser su única dicha
hizo de toda mi alma una armonía.



(Friedrich Hölderlin – traducción: Javier García Sánchez)


4 de Julio de 2013   

 

      Gracias, Concha, por este cable que viniendo de ti se convierte en el hilo invisible que nos tiende la cometa amable y sonriente de la fantasía, gracias ¿por qué no? de parte de este poeta que tuvo sus fallillos como hombre pero que merece el aplauso. No sé sabe  que sortilegio pudo apoderarse de él, pero supo llevar hasta su último día una frase que me emocionó francamente que la pronunció el gran Ferenc Puskas cuando ya presentía las manos frías de la muerte, hay que cambiar fútbol por poesía, evidentemente; "El fútbol no es la vida, es más que la vida".

 

A Rosa - 18 de Enero de 2014



       Quizás ya no me sienta cómodo, Rosa, hablando de este poema y si pudiera cambiaría ese pesimismo trascendente que lo inunda por un humor irreverente, pero las cosas son como son y dejan su propia impronta, si tuviera que confesar los motivos más importantes por los que escribo diría probablemente que por sentirme libre y por aguantarme un poco más a mí mismo como ser humano, y tengo que admitir que no mejoro ni en una ni en otra cosa.

       Ahora que no frecuento el mundo de la noche te diría que solo echo de menos esos minutos en los que Buster Keaton seguía caminando sin saber por qué con todos los vientos en contra, y a esas personas que nunca me decían lo que sabían que yo quería escuchar si no lo sentían en ese momento. Pero, al fin, la vanidad nos vence, Rosa, y reconozco que me ha encantado hallar aquí este comentario tuyo ofreciéndome la oportunidad de continuar indagando en mis contradicciones.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.