domingo, 18 de noviembre de 2012

Ya aprendí que el corazón se desespera



Ya aprendí que el corazón se desespera
en la negrura espesa que acaricia el abismo
del dolor y la amargura
cuando grita y no puede destruir el muro
que levantan las ruinas.

Tu corazón se me presenta
como un niño maltratado que mira receloso
desde la esquina que doblaba hacia su casa
y ya no reconoce los tejados y las nubes,
los rostros que se cruzan
y no puede avanzar por el peso de las sombras
de su culpa proyectada en las aceras.

Ese niño se rompe en una lágrima
que no será enjugada por un pañuelo amigo,
 reza en la línea que separa los lirios del monte,
y piensa que todo lo que amaba
se ha perdido sin remedio.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Tu adolescencia




1

He vuelto la mirada hacia tus verdes años
y he muerto sin consuelo
entre tu blusa blanca y aquella falda gris
que adornaban tus libros
y rompían las luces, el mar y los deseos.

Pero sigue la vida como un sueño que gime,
que persigue lamentos en el jardín dormido
de tus primeros besos,
lloran las avenidas y los parques se cierran;
¡soledad de murmullo, juegos que no divierten
y aquella adolescencia tuya que nos invade
con la presencia hermosa de tu regazo herido!

Era siempre el amor aquello que pasaba
y se nos fue apartando
como la estatua ecuestre que apunta hacia la gloria
y no mira el dolor sin luz de los mendigos
que yacen en el suelo.

2

El refugio añorado de las últimas lluvias
ha muerto como un sauce sin hojas, sin raíces
y llora sin consuelo 
el último crepúsculo,
la galería no abre su esperanza de ayer
cuando piso su sombra
con los mismos zapatos que llevaba
en el último intento de mis ojos
de arrebatarte una sonrisa abierta,
cuando escribía tu olvido entre los soportales
 y entraba en las caricias tiernas que me pedías.


3

Ya no miras atrás, 
no miras, ya no sientes
que al perderme tu vida haya encogido.
Como la noche que va hacia las sombras
el pasado se nutre, sin concierto y sin pausa,
de su propia obsesión
que atraviesa las horas,
desaparece al alba que lo muestra
como un bajorrelieve gastado por el tiempo,
como el viento que hablaba en tu sueño de vida,
la canción de Serrat que inundaba tu alcoba
y el póster gris oscuro que paraba tus besos.

Arrancaron la higuera que desde tu ventana
contemplaba en el aire una caricia triste,
la avenida guardaba tu recital de sueños,
el amor te esperaba en brazos del milagro.