Alcohol, delirios de fraternidad universal y revolución permanente, el representante más hermoso de la izquierda americana más radical. Es el hombre al que señaló un tal Dylan; ¡Qué no se apague esta voz! ¡Es tan pura en su convencimiento! ¡Qué todo cambie para que sigamos igual!
Ya no desfilaré el 4 de Julio, no votaré si un hermano no puede hacerlo por el color de su piel. Aquí tenéis, amigos, el himno de reconciliación entre todos los himnos, más hermoso y emocionante aún que el barras y estrellas, tan vibrante como una marsellesa que mira a los ojos de un haka o a la francesa de Casablanca, más eficaz contra el olvido que la postración donde se encuentra este poeta de altísimos vuelos y palabras que hieren en su desnuda verdad, nadie, como Phil Ochs, supo impregnar de lirismo amoroso un género que deriva casi siempre en un discurso panfletario.
Y el trastorno bipolar y la muerte, como Judas el traidor, de este hombre que siempre fue fiel a sí mismo.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.