Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
Sigo viendo el Paraíso cuando pienso en Cádiz, allí me encontré con una cassette de esas que circulaban por los baratillos como artículos de saldo y en las que trataban sin piedad la voluntad inquebrantable de un autor, en este caso compilaron una selección de las canciones que el gran Pablo había compuesto con poemas de José Martí en la cara A y en la B con los de Nicolás Guilén, poeta que en aquel tiempo era de sobras conocido por esa juventud errática e ilusionada a la que yo pertenecía por la brecha que abrió "Soldadito boliviano".
Mi novia de siempre, aún lo sigue siendo, me regaló, para que me pusiera al día, un libro que tenía la escasa fortuna de repartir antologías de León Felipe, Pablo Neruda y Nicolás Guillén, y me sentí profundamente decepcionado con este último; no era la poesía que yo buscaba, no me sonaba.
Mi novia de siempre, aún lo sigue siendo, me regaló, para que me pusiera al día, un libro que tenía la escasa fortuna de repartir antologías de León Felipe, Pablo Neruda y Nicolás Guillén, y me sentí profundamente decepcionado con este último; no era la poesía que yo buscaba, no me sonaba.
He aquí que llegó este Pablo sensible hasta en el trato y entrañable y les puso música a las quejas, en su caso las comprendo plenamente, de este mulato que empezaba a ver su patria como suya, que no tenía que postrarse ante los burdos visitantes del gigante del norte. Me di cuenta de que Nicolás Guillén estaba esperando a un paisano para que le metiera, acompañados de son, música a su verso. La canción que más me gustaba llevaba precisamente este nombre, después estaba Burgueses, me recordaba a tantas personas de Ceuta que cuando no tenían negros nos pintaban de ese color a los pobres, y después Tengo...
La parte de José Martí, era perfectamente postergable, pasto del aburrimiento más asumido a pesar de que, a través de la ventana, sentía la catedral, excepto por la excelente "Es rubia, el cabello suelto", y se olvidaron de la luminosa "Abril". No quiero saber el nombre de quien hizo la compilación, pero, bueno, a mí me vino estupendamente.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.