martes, 2 de octubre de 2012

Antígona

       Cuando dejaste de quererme pensé que mi vida se abrazaba a una noche oscura. Pensé que no había nada más terrible, aunque luego me dijiste que no era cierto. De repente pensé que yo ya no te quería y sentí lo más amargo sin poder contemplar las garras del abismo que separa la verdad de la mentira, a Antígona de la gaviota.



No nací para compartir el odio, sino el amor.
 ( Sófocles - Antígona )



Cárcel del corazón donde te siento,
donde rondaron salves
hoy vive otra plegaria,
y es así, vida de mi vida,
que me envuelve la duda donde no había misterio,
que te hallo dormida en la hora del dolor
con un delirio seco sobre tu piel mortificada.

¿Dónde queda la aurora?
¿dónde quedan los mirtos,
la avenida romana y sus cipreses?
¡Qué lejos queda todo en esta alma mía
que sin rumbo camina sin poder abrazarte!

Miro hacia aquellas rosas que corrían
y quisiera aprehenderlas
para recuperarte,
para sentirte un poco ahora que te pierdo.

¡Qué loco corazón para mi pecho herido!
¡Qué triste despertar a solas con mi suerte!
¡Qué amarga soledad que invoca las cadenas
largas de los recuerdos!

¡Qué desplante al amor,
amor que vive y siente, amor que me aprisiona!
¡Qué implacable Saturno que me empuja
hacia la piedra fría
que se agrieta en las muros que cuidabas!
¡Qué angustioso ruido de coro que recita
el dictado sin rostro del destino!

Y esa Roma que su calzada abría
en la noche de Mérida al teatro,
ha de vivir en mí aunque te vayas.

La Antígona rebelde que elevaste
en este mundo nuestro que no grita
aunque sufra y delate con los ojos,
ya no puede vivir sin tu desvelo,
no puede respirar sin tu sonrisa.