No tengo otro destino que
el aroma
de tu cuerpo temblando junto
al mío
y sentir el ansiado escalofrío
de la venda de amor que al aire asoma.
No tengo otro remedio que
la toma
del corazón que fluye
como un río
y me lleva a los pies del
desvarío
de tu soga de amor que al
viento doma.
Me acercaré a tu pecho
que provoca
y no podré errar aunque
tú falles
pues te llevo en el alma
que te invoca.
No podré caminar sin los
detalles
que circundan la llama de
tu boca;
te escucharé, mi amor, aunque te calles.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.