domingo, 19 de febrero de 2023

Parque de la Argentina


I


Ahora vuelvo al parque descuidado
de la Argentina
con sus puertas abiertas y veladas,
te recuerdo y no estás en sus bancos ausentes,
busco la remembranza de tu aliento
mientras hierve en mis ojos el hombre fracasado
que venera los tuyos y se enamora

de la canción del mar, de las flores que brotan,
de tu misterio
y se enreda en las hojas del laurel
reseco y carcomido de la historia perdida
que arrastra su tiniebla en el vapor lejano
que se hunde en el mar turbio de tus secretos.
 

 

II


Se derrama en la noche el lirio de tu ausencia
como una carta amarga que no puede escribirse
y sigue en la mesita
donde teje la angustia de un amor disidente
que lucha con los monstruos sombríos del rencor.

Muere el parque de siempre con el alma
de un banco que no espera
al viajero cansado que escruta el horizonte
de los viejos amantes que perdieron las riendas

de nuestra libertad.

Rompen los coches roncos la frontera y los muros
murmuran en la savia de los lirios
que murieron en el rostro del último verano,
y no vuelve tu aliento sobre mi nombre errante,
no tengo tu caricia como si fuera mía,
como si me abrigara
el viento del pasado que recorre tu pelo
y volviera el estigma de tu piel al jazmín.

Yace abierta una llaga que brilla en el futuro
que nunca llegará a los labios de Abyla
cuando muera la barca que abraza otros mares
para seguir desiertos en las noches de luna,
cuando ya no se vea tu lengua en el teatro
de la acera que escucha del naranjo la rabia,
el grito del poeta
que guarda en cada encuentro con las sombras
un papel apagado que hierve en el olvido.

He sentido en mi pecho el pulso de los astros,
las palabras del loco que escribe en las paredes
de una noche romana que agita la memoria
de un libro amortajado
que arrastra la amargura de un verso interrumpido,
y no puedo tener la luz de tus columnas,
el sueño de vivir
la magia de tu piel tersa entre mis manos,

tu sonrisa en el verde de alcanzar lo vivido,
el ansia de sentir tus sábanas abiertas
llorando en la deriva amarga de los puertos,
viendo partir los barcos que no regresarán

 y no quieren perder la huella de tus surcos.

 

Nocturno del puerto

El azul se oscurece y una niña

abre su corazón y su cansancio

al ver que pasa el mundo ante sus ojos

y se le escapa presto entre las manos.

 


El azul se oscurece y en este puerto

la soledad camina hacia mis brazos.

y no puedo mirarme en el mar que me mira

y ya no me conoce.


En este punto errático, sin escala, ni pulso

la niebla se acantona en sus labios gastados,
en las garras que tensan un corazón herido.

En mi petate, en mi rostro de sombras
tiemblan mis manos,
una fotografía y un beso sin aliento;
te has convertido en otra que ya no te conoce.

No soy quien atraviesa los vientos de tu espera
y loco desabrocha
la blusa de tu olvido
en el rincón en donde las flores me maldicen.

Soy yo quien no conversa, no miente, no sonríe,

soy yo quien se enamora,

quien la máscara muestra del payaso profundo,

quien araña en el vientre de la noche del puerto

el ruido de los coches que tienen otra historia,

las miradas perdidas.

***   ***   ***

 

El azul se oscurece y una niña
abre su corazón y su cansancio
al ver que pasa el mundo ante sus ojos
y se le escapa presto entre las manos. 
 

 
 
El azul se oscurece y en este puerto
la soledad camina hacia mis brazos.
y no puedo mirarme en el mar que me mira
y no me encuentra.

En este punto errático, sin escala, ni pulso
la niebla se acantona en sus labios gastados,
en las garras que tensan un corazón herido.

En mi petate, en mi rostro de sombras
tiemblan mis manos,
una fotografía y un beso sin aliento;
te has convertido en otra que ya no te conoce.

No soy quien atraviesa los vientos de tu espera
y loco desabrocha
la blusa de tu olvido
en el rincón en donde las flores me maldicen.

Soy yo quien no conversa, no miente, no sonríe,
soy yo quien se enamora
de la presencia
de tu risa en un diario que no encuentra sus hojas,
quien la máscara muestra del payaso profundo,
quien araña en el vientre de la noche del puerto
el ruido de los coches que tienen otra historia,
las farolas sin luz, las miradas perdidas.

Yo miraba al vacío, me comías con los ojos
con el sentido trágico
de una carta sin firma
que nunca se escribió,
no supe transmitir la extensión de mi herida,
la incomprensión del mundo ante el amor que muere,
la hiel del desencanto.
 

viernes, 17 de febrero de 2023

En la soledad del amor y la muerte

 

 
I tell you what you want to ear
it depends on that I've been drinkin'
(Amy Winehouse – What it is)

Te diré lo que quieras escuchar,
depende de lo que haya bebido.
 

Es solo un sentimiento que penetra en la noche
donde encuentras un hueco
para tu corazón
inseguro y ardiente, perdido y desolado,
es tan solo un espejo que no quiere mirarte,
una luz que se extingue,
es tan solo el destino que espera en las cortinas
y atraviesa la calle de una ninfa innortada2,
y mientras en el aire
se expande el humo espeso de una larga tristeza,
de unos versos amados que llegan y se pierden
en la voz del poeta 
que sufre los delirios
turbios de la deriva que duele y arrincona,
y en una estancia mustia escribe para nadie.

La marea vendrá a llevarse los restos
del último jarrón que adorne tu mesita,
los fragmentos revueltos de un escritorio amargo,
el temible naufragio del licor en tus venas.

Es la muerte tan triste, se siente tanto miedo
que no puedes gritar, articular palabra,
escribir un deseo, pensar en el amor,
desterrar el sudario que te inunda en las sombras.
 

1En la soledad del amor y la muerte es una frase que pronunció el poeta galés Dylan Thomas.
2 Innortada es un localismo ceutí, en este caso significa desorientada.
 
  
 
 Cantaba siempre bien aunque fuera bajo el sol que intimida a los artistas, o más bien bajo las nubes, vamos a admitir que el alcohol pudo con ella algunas veces, siendo la más sonada la de su cita maldita con Belgrado. Aprendió a esa edad en que uno no sabe que está aprendiendo lo que hace que se afronte las dificultades con una envidiable naturalidad. Desconozco si pensaba en Billie Holiday cuando hablaba de la muerte predestinada de cada amor pero tenía importantes paralelismos con ella, algunos además escalofriantes entre drogas y hombres desalmados.

Estamos en un tiempo en el que los ayeres son siempre muy lejanos, ya lo advirtió Jim Morrison, atrapado para siempre en la bruma de París; "Los americanos no miramos el pasado". Amy Winehouse murió ayer y eso es mucho tiempo.
 
 
No sé cómo retomar esta relación interrumpida que mantuve con Amy Winehouse, soy de los que piensan que está situada, para siempre, en el mismo escalón que Billie Holiday, Cecilia o Patsy Cline, y no deja de sorprenderme la rapidez con que la gente que pasa la ha olvidado.
 
 
Gracias, Lunamar, por esta y tantas veces que has sido amable conmigo. Cuando conocí a Amy como cantante su final estaba cerca e intuí que me encontraba ante algo único. Sigo pensando lo mismo y que, supongo que sin que le importara mucho, se convirtió en un paradigma de la inconsistencia de un tiempo en el que parece que todos los ídolos están encadenados al reloj y a la voracidad del consumo.
 
 

 

    Quizás, Amy, se ponía en la cintura el legado de zapatos y el desencanto que le dejó, ex profeso para ella, Lady Day, quizás lloraba cada noche después de los conciertos por ser como era, por provocar el escándalo para demostrar que existía.


Sé lo que es estar al borde de las lágrimas y no saber llorar por la angustia. Es posible que Amy no fuera consciente de que todo lo que se metía le pasaría la factura tan pronto. Ella no quería dejar las drogas que le ayudaban, en su ansioso proceso creativo, a desvelar la realidad de los drogados.

 

      Pienso que Amy nos invitaba a que no hiciéramos lo que ella hacía. Era especial, cómo si no se puede entender que cantara el soul, entonando bien, con cuatro años.

 

Amy siempre estará cantando su vuelta a las tinieblas, Guillermo. Una canción para un tiempo que encoge el corazón y nos impide que miremos al pasado. Los sentimientos arden y no sabemos qué hacer con sus cenizas.

Fotografía en el Barrio La Viña - 1996

     Es mi diario sentimental, en el le hablo a la muchacha que aún duerme en mí y que no quiere despertar. Ahora estamos enfrentados por cuestiones políticas. En cierta forma se ha levantado un muro entre nosotros: No somos felices, pero nos queremos. Nunca pensé que sería tan importante para que alguien brillante perdiera su tiempo en intentar destruirme.


A Miguel Aurelio en el Barrio La Viña 1987.

 

para tu corazón
me arrastro en el olvido como un lobo enjaulado
que vaga en cuatro metros y no conoce a nadie,
muero en la soledad de una especie extinguida.

(Palabras a Constance IV) 



Su frialdad se ha fijado en mi memoria.

Tan fría era, tan fría

que al estrecharla contra mi pecho

su corazón no latía.

(Friedrich Nietszche)

 

Pavese vuelve a morir
cada vez que te miro y no me encuentro;
soy la soledad de una cita con las sombras,

el lobo abatido entre las rejas de San Amaro.

Es agosto y esta ciudad se ha llevado el rumor del río.
Nietszche vuelve a vivir en tu locura,

te busca en una carta que nunca llegará,

en cada pensamiento que no puede ser ideado.


Sufro en las ramajes
más frágiles del Averno, pero ya ves;
te amo incluso cuando me regañas,

cuando quieres destruirme

por matar el tiempo...

No tengo la culpa de sentirme
un chico abandonado
cuando no me sonríes...


Hablé con Andrés
el día de la mujer mundial
pero no me escuchaba,
le decía que en Hoyos del Espinar
no deben atar un purasangre a una noria.

 

 (Conversaciones con Laura - Turín, 18 de mayo de 2019)