martes, 16 de diciembre de 2014

Apoteosis de José Tomás en Las Ventas (1997)






       A Fernando mi cuñado, aunque cuando escribí el poema no lo conocía, estaba escrito para él y el apasionamiento  desproporcionado que tiene por el mundo de los toros, y en todo esto eclosiona el recuerdo de aquella niña crecida que siempre fue mi madre. Fernando tiene muy mal genio y hemos tenido discusiones encendidas con malos bomberos para sofocar una llama que podría haber prendido en las cortinas humildes de los rojos siniestros, como yo. No le guardo ni un miligramo de rencor;  en cambio, le agradeceré siempre lo que ha hecho por mi hermana gemela, la más guapa de todas mis hermanas, que ya es decir., digo bien, gemela. Le llevo dos años, el mismo día y a la misma hora.



No vendrán las palomas,
ni los volatineros
de la plaza de España,
no vendrá el rocío.
anidado en tu pelo.

No vendrá la palabra
que te busca sin suerte,
ni el silencio de mar
que arrinconó tu aroma,
ni el aire ensimismado
que mueve las cortinas
para hacer un capote
que tiemble entre tus manos.

Ya nunca el torerito
culminará la sombra
que atraviesa la tarde
de mayo y tu mirada.

Ya nunca los aplausos
rodarán por la arena
porque sigue sin rumbo
la pena inquebrantable.

El alma de Arlequín
la llevaré prendida
para que tú me sientas
como si fuera un lirio,
como si despertara
en tus yermos jardines
para llevar la risa
de sueños y praderas.


No vendrán las palomas,
no vendrá la palabra,
pero mi alma vuela
para enterrar la muerte.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.