Quizás porque fuera español y emigrado, quizás por el mundo de ensueño en el que reflejaba lo que vemos cada día y no queremos ver, quizás por las mujeres extremadamente bellas pero casi nunca voluptuosas, quizás por ser de los primeros que se sumó a aquel homenaje al pobre y desdichado conserje de la redacción del Papus... Para mí no habrá otro como Esteban Maroto, aquellos quince años que tuve alguna vez vuelven un poco a mí cuando despendolado y con ansias de conquista me tiro al fondo de las aventuras de un soñador elegante, pulcro y tendente hasta donde le dejan al lirismo visual y encantador de unos ojos siempre jovenes.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.