A mi madre, por la última vez que la vi emocionada.
Había vuelto a la calle
donde un niño soñaba,
era una tarde de Mayo,
el aroma del mar penetraba en
la alcoba,
mi madre aún dormía sonriendo,
en sus manos temblaba
la rima del Poeta;
“Los suspiros son aire y van al aire”
Era el mar de la brisa, la
caricia.
El misterio
apartaba las cortinas
y me aferraba al alma
que tuve en otro tiempo,
humedecía mis ojos
como si regresara a las olas de
plata
de la playa tendida que sueña
en sus arenas.
Y el niño que, moraba
en la jaula sin luz
ensangrentada por el tiempo
que yacía en la mesa
donde una flor moría,
mantenía el aliento, la mirada, los nombres
de aquellos que habían muerto
y a los que aún amaba.
Estimado F. Enrique,llevo unos días sobrevolando tu blog en este renacer tuyo tan prolífico y no me atrevía a dejarte un comentario por no romper la magia de este sitio con mis palabras, un sitio que respira poesía por los cuatro costados.Sabes que ya era admirador de tus versos, ahora también lo soy de tu prosa y además coincido contigo en parte de tus gustos musicales,como es el caso de Triana.
ResponderEliminarNo solemos escribir mucho sobre las madres,tal vez por miedo a volvernos niños otra vez y escribir como niños.Pero este poema tuyo desmiente esos temores.Es un hermoso poema donde la nostalgia no empaña sino que intensifica el mensaje.
Volveré de vez en cuando porque hay mucho que leer y mucho que aprender.
Abrazos poeta.
Tú eres grande, Jerónimo, y creo que me puedes enseñar más a mí que yo a ti; soy un poco vampiro como reza en la URL del blog. He leído pocos poemas tan buenos como los tuyos cuando se trata de un amor puro y perdido y deseas, con una tierna nostalgia vehemente, dar rienda suelta a lo que pudo ser.
ResponderEliminarMe siento muy halagado con lo que me escribas sobre mis poemas, aunque sea algo malo debo considererar un privilegio que dediques un poco de tu bendito tiempo a ellos.
Eres muy bueno, Jerónimo, te falta ampliar registros para codearte con los poetas que tenemos en mente. Pero eso se logra sabiendo encajar un sin número de intentos abortados. Tengo señalado algunos de tus poemas para volverlos a leer e inundarme de esa dulzura con la que tratas a lo que pasó y se fue... O no fue y queda en el alma.