Alberti escribe este poema desde su exilio argentino en el fulgor de su creatividad, allá en los primeros años de la década de los 50. Llega España de lleno a su memoria, Cádiz la representa, la aviva el Puerto de Santa María de sus primeros pasos. Admirado y respetado en Argentina, siente que le falta España donde se mueven sus recuerdos como el cantar de un ciego que ha perdido su esquina a la que piensa firmemente que no podrá volver, que morirá en la sombra del exilio, que seguirá preguntando por las calles como un loco de amor en dónde está su patria, su luminoso cielo del verano. Siente que nunca perderá la arboleda perdida que entreteje sus anhelos, por eso habla de sus playas, sus calas y sus farallones siempre, por eso vuelve a su mar que le sonríe desde otro mar lejano con Chopin apagando una marcha militar o un himno glorioso a la muerte, con el rostro profundo de Leonardo guiando su inspiración en la escritura.
¡Si
yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!
Bien
lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.
Siénteme
cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
Yo
sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.