sábado, 25 de marzo de 2017

En tus ojos, madre


En tus ojos, madre, 
aprendí a ver el mundo
 de los justos 
 que los míos me negaban
pero yo sé que existe 
porque está en tu corazón. 

Cristo vive en tu palabra
 aunque haya muerto
 y los sacerdotes lo recuerden
 todos los días desde el púlpito
mientras beben de su sangre
y desgarran su cuerpo en la boca.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.