jueves, 30 de marzo de 2017

Mi soledad (IX)

Mi polvo no está en el aire
ni en la palabra hueca
que amargamente 
extraña
se enamoró de tu boca.

¿Cómo era mi soledad antes de que estuvieras
navegando en mi errática
pronunciación
del letargo?

La vi sobre mis hombros
en mis manos,
en el sudario
que esperaba la sombra del dolor,
aquella sombra
que se enamoró de mí,
que nunca me dejaba...

Mi soledad vestida en un suspiro
cautivo, interminable.

Mi soledad masacrada por discrepancias antiguas
que a comprender no alcanzo,
que no hablan, que no gritan, que no entienden.

¿Cómo era mi soledad
antes del día que fueras
al río sin retorno de la ropa desterrada
en el armario sin fondo que escondía tus anhelos,
a la madrugada de los ojos sin máscara y sin dueño
que lloran y aún te buscan
en las ruinas imborrables de tu adiós a las muñecas?

Mi polvo no está en el aire,
no está en tus pensamientos
ni está en las escaleras abiertas de tu casa,
que está en los candelabros donde murió el olvido 
que abrió los entresijos sin rumbo de tu risa.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.