sábado, 11 de marzo de 2017

Canción deslavazada de amor y guerra de Robert Bruce


Por la Carretera Nueva
va Robert Bruce cantando,
el verde en la mirada,
luciérnaga de amaranto.
La boca se le nublaba
no le salía otro canto
que no tuviera la noche

herida en su negro manto,

pues llegando al Tarajal,
la paloma agonizando,
por el alcalde del pueblo
los pobres están llorando.


Perdido, sin saber que te duele y se asoma
en los días que pierden su nombre y su racimo,
en las enredaderas oscuras que crepitan,
en esta alma errante que te acunó en sus manos,
en tu noche de amor que no encuentra consuelo.

Y siguen los milagros en las cuentas que corren,
palacios levantados que humillan la miseria,
soledades hirientes en despensas vacías,
los guiños a la muerte en turbios callejones.

Y siguen los anuncios, las poses, los estilos
en la ciudad que fue y extiende su cabello
para ocultar la rabia de los niños oscuros
que no encontraron nunca el vientre de una madre
en los escaparates que disfrazan los sueños.

!Ay, Robert Bruce Banner,
los muertos siguen quietos y siguen su camino;
listas en los periódicos
que nunca se publican
y que serán leídas por almas que se mueven
lentas como la tarde, miran, no reflexionan,
admiran a quien triunfa, desprecian al vencido!

Pero tú sigues loco y el monstruo se apodera
de tu lengua y tu herida y no expulsas del templo
a burgueses sin alma que han probado tu sangre
y esperan que te calmes para aplacar tu fuerza.

Los ángeles rebeldes buscan otro destino
para cuando regresen la verdad y el acanto,
no hay arrepentimiento, dolor simple en grisalla
y un grito de esperanza cubre cada caída.

Ya no sabes leer, escribir o pensar
¿En qué bando luchaste, tú que amabas la risa,
qué rey quiso alistarte
siendo republicano?

Ya no buscas la playa batida por las olas
ni el monte de la infancia vencido y amputado
ya no quedan palabras que te hablen de amor,
sólo viejas canciones rotas que te persiguen.

Una sonrisa loca en los brazos de otro
te dice que tu barrio se adentró en la tormenta,
que este viento de marzo arrancó tus malvones
para invocar la lluvia que golpea tus sienes.

¡Oh, tú que fuiste bravo y ungiste a los vencidos,
no puedes ir al frente sin saber por quién luchas.
¿Quién disfruta en las guerras?
¿Quién es el enemigo?

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.