¡Oh, poeta dormido en el limpio
horizonte
que tu queja sentía
y tus ojos guardaban!
!Cantor de las arterias de la avenida
larga,
de los escaparates que tus manos
abrían,
que velaba tu olvido
y tu sombra buscaba!
Ya suenan los crepúsculos del verso
que despierta
más allá de la huella, del mar, de la
montaña
para abrir los recuerdos que tu pluma oscurece
en un barranco brusco, en un sueño perdido.
Me estremece tu boca que ríe entre los
muertos.
Me estremecen tus ojos sin que pueda
mirarlos.
Me estremece la mano que enturbia la
palabra
que suena en el misterio donde nos
conocimos.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.