Carta a Dolors
A Jaume Gimbert, cantaba por bulerías y me enseñó que cualquier noche puede salir el sol.
Me cuesta imaginarte ausente para siempre.
Se me agolpan tantos recuerdos tuyos
que no dejan lugar a la tristeza
y, sin tenerte, te vivo intensamente.
No quiero hablarte con voz melancólica,
tu muerte no me quema las entrañas,
ni me angustia, ni me quita la alegría de vivir;
me duele saber que ya no podremos
compartir el pan o hacernos compañía;
pero en ese dolor hallo las fuerzas
para escribir estas palabras y recordarte.
Me empeño en crecer con más tesón que nunca
sabiendo que conmigo tú lo haces: proyectos,
ilusiones, deseos, alzan el vuelo
contigo y por ti, por muy lejos que de ti estén,
y contigo y por ti sueño cumplirlos.
Te me haces presente en las cosas pequeñas
y es en ellas que pienso en ti y te evoco,
seguro como nunca de que la única esperanza
de sobrevivir es amar con bastante fuerza
para transformar lo que hacemos en vida
y sostener la esperanza y la belleza.
Tú ya no estás y florecerán las rosas,
madurarán los trigos y quizás el viento
desvele las ocultas melodías;
tú ya no estás y ahora pasa el tiempo
entre el recuerdo tuyo que me arrulla,
y aquel empeño, que tan bien conoces,
en resistir cuando nada nos alienta.
Pienso en ti con ternura desde estas palabras
mientras con suavidad cae la tarde.
Todos los colores proclaman una vida nueva
que yo vivo, y en ti se me representa
vibrante y armoniosa de una manera extraña.
No volverás jamás, pero perduras
en las cosas y en mí de tal manera
que me cuesta imaginarte ausente para siempre.
(Variación F. E. León)
Hola, Enrique. Recreas un poema de Martí i Pol, uno de los poetas catalanes preferidos.
ResponderEliminarSi fuéramos capaces de amar así,en el mundo no habría esa lacra ignominiosa de la violencia machista.
Un abrazo.
Un matrimonio en crisis suele reflejar un problema creado por ambas partes. Tengo claro que, en este caso, prevalecen las culpas de una burguesía exclusivista y corrupta que supo extraer el jugo a nuestro bipartidismo necesitado de su apoyo para ir representando a España como una enemiga de categoría inferior entre los jóvenes. Pero no podemos olvidar que los que hablamos castellano solamente hemos propiciado el distanciamiento, nuestro poeta más querido, Joan Manuel Serrat, es un desconocido cuando habla en su otra lengua, ignoramos un himno a la lucha lírica y a la amistad entre hombre y mujer como Laura de Lluis Llach, no nos llenamos de emoción hacia una tierra herida que acaba de ser vencida pero no derrotada con la Oda a Espanya de Joan Maragall. No sentimos como propias la virtudes de los catalanes, pero nos reímos de sus defectos. Está claro que el desapego radica ahí, hay una falta de cariño y de identificación. Éramos ramas de un mismo árbol y acabamos mirando hacia paisajes distantes.
ResponderEliminarGracias, Fanny.