que hablaba en las parodias
habita en un murmullo en las butacas
donde un drama se funde en el atasco
de aceras y semáforos. Personas
de días agolpados sin futuro
y colores que ocultan el fracaso,
Hamlet se precipita a nuestro encuentro
y besa los fríos labios de la muerte
abrazando la fe del soliloquio.
Conscientes, como entonces, de que somos
sobrepasados por cambios inadvertidos
por palabras que vuelven a la mente que lucha
por mostrar que está viva.
Mas nadie acompaña el mar de nuestro rumbo,
abrazamos la herida sin saber que nos duele,
caminamos en la niebla, lloramos en la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.