Esperáis cenizas o pétalos de
rosas ya marchitos
en las palabras que pueblen
estos labios
donde otrora cantara el ruiseñor
de Keats.
Esperáis gemidos en el
aliento, y el aire,
el aire de la música que
expira
para cubrir mi rostro,
para representar
lo que no he sido
y habéis guardado de mí.
Pero yo os diré que persisto,
que este dolor y esta soledad
que muestran
las afiladas garras de su
ausencia,
podrán vivir en mí y
atormentarme,
alterarán mi voz y apagarán
mis ojos.
Mas no podrán mostrarme
que el amor no existiera,
que no hubo claridad donde
habita la noche,
que el olvido que corre por
lugares y plantas
que no escuchan
no ocupa el mismo espacio
que tuvieran la luz y la
armonía.
Ha pasado un poeta y no se
rinde.
Resiste lejos de la residencia
del ocaso.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.