Te viví sin saberlo y aún me duelen tus lágrimas,
aún preguntan tus ojos
por un amor herido
en los escaparates curvos de los deseos,
en las escalinatas de los sueños perdidos.
Ya no puedo mirar los soles del recuerdo
sin temblar en la sombra
de tus brazos tendidos,
sin pedir la sonrisa tierna que me negaste,
sin soltar las amarras del fulgor amarillo
dibujado en tu frente
en un alto camino
que me lleva despacio hacia tus pensamientos
y abrocha los cordeles de unos anhelos límpidos.
Ya no puedo arrancar los sueños que pasaron
dejando tus jarrones
sin amor, sin olvido,
pero vuelvo a tu rostro como una rosa ardiente
que llora cuando clama
en un verso sentido,
que guía a la mañana al último poema
que no supe escribirte
que no supe escribirte
y siente el resplandor de un sentimiento íntimo.
(Excepto 1ª estrofa 17 de octubre de 2016)
Este poema me encantó. De los que te he leído - y hay muchos buenos - me parece el mejor.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Gracias, Tin, uno no siempre tiene sobre un poema que ha escrito el mismo pensamiento que le dicen los otros, y me parece algo interesante. Hay poemas que parezco decir que están ahí, que miren lo que dicen y se quedan para mis adentros.
ResponderEliminarMe has permitido ver algo hermoso en este poema y te lo agradezco de veras. Es una sensación extraña y agradable.
Un abrazo.