Vives en
mi memoria y no puedo apartar
una
brizna de olvido
que me
arrastra a la tristeza;
las
muñecas de la tarde se perdieron,
los
poemas fueron al fin una nota en tu diario,
un
destello de amor
entre la muerte que se ahoga y la esperanza
que se
mantiene firme entre las manos
que
guían el corazón en los faros de la noche.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.