sábado, 23 de mayo de 2020

Fragmentos y canciones (II)

1


Cuando alcances el momento de una  fotografía
 llegarás a la soledad de un pensamiento 
que se aleja en el mar, de una mirada
que se cierra entre los edificios,
y una cantante que derrama su melancolía entre los bancos
vuelve a las alas 
de una mariposa que se posa en el último verso de un poema perdido
que podría ser él mismo que recitaste mientras te miraba
y que sigue cayendo
en tu alma cada vez que te llamo
con la desesperación de una estrella que canta su tristeza,
con la agonía  de las farolas que se refugian en el olvido de la playa. 


2

Aún te escucho cantar en esa playa que se acerca 
a nuestros pies
y te entrega en el pecho la  fragancia del jazmín
y el rumor de las calles que nos vieron pasar.

Aún te espero 
en el  estrecho  camino de los espigones. 
He de esperar porque en ti
caen esas hojas que llenan el recuerdo, esos pensamientos 
que  vuelven a la  ciudad como un poema esculpido en una esquina,
que te sigue buscando 
y añade alguna voz extraña y desgarrada 
que profundiza en la noche y en los caminos de tu amor.

Solo soy un poeta solitario que insiste 
en la verdad inmutable de tu rostro,
en la palabra que no encuentra en el  ruido de los patios
que sigue mostrando en un papel abierto
el clamor de las rosas que nunca se ha perdido en tu piel.

3

Cuando llegue el corazón perdido de la noche
te preguntaré si queda un beso para que te recuerde, 
para saber cómo llamarte 
en la oscuridad profunda que se anuda a los árboles
cuando tiembla en los pasillos el alma de los  pájaros
que perdieron las notas,
para llevarte el amor de una  ciudad abandonada
y escribir una canción en una enredadera
que recuerde una caricia sobre un muro derruido
con la presencia de un nombre que nunca sabré borrar.



3

Cuando llegue el corazón perdido de la noche
te preguntaré si queda un beso para que te recuerde, 
para saber cómo llamarte 
en la oscuridad profunda que se anuda a los árboles
cuando tiembla en los pasillos el alma de los  pájaros
que perdieron las notas, los vestigios y los vuelos,
para llevarte el amor de una  ciudad abandonada
y escribir una canción en una enredadera
que recuerde una caricia sobre un muro derruido
con la presencia de un nombre que nunca sabré borrar.

4

Volvamos a las calles sin nombre en sus rincones
y que ya nunca serán nuestras, 
a ese puente que ha perdido la voz de su esperanza
y aún se extiende 
en un poema en las paredes
que sabe morir viviendo cada encuentro
como si le arrancaran una primera rima.

Vuelve a decirme que me amas
aunque no sepas porqué y deja en el aire alguna caricia
que me inunde con tu presencia
cuando el sol se haya escondido en los flecos de la tarde.

Volvamos a pensar que tú y yo nos encontramos,
en estos lugares que se han ido perdiendo
y, desde entonces, hemos sonreído,
cuando se acerca el miedo nos cogemos de la mano
y sentimos que emergemos de cualquier marejada,
mientras aparece en los labios el alma de una sonrisa,


5
En un rincón te guardo como el alma que he buscado,
eres ese resplandor
que aún me inunda los ojos y persiste en el recuerdo.
te amo desde la distancia
de un amor que sigue una ruta en el aire, 
desde las altas cumbres 
que guardan las palabras que siempre nos acompañan
en la profundidad querida de los días  azules.

Solo puedo pensarte 
en las gotas de mi sangre, en el reguero de los besos,
en los estrechos caminos que conduce tu llamada
en cada canto desesperado;
te quiero entre el gentío que no acalla nuestras voces
y en la soledad que nos sorprende 
mirándonos a los ojos, despertando ese momento 
en que aparece la belleza de un gesto que suena errante
en la melodía soñada
que nos  entregó la dulzura de una herida en el momento del candor
y el rostro de los vientos 
en la soledad tendida de una sonrisa que no sabe morir.

6




😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊😊

7

Viene un rumor de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último tranvía
 y aún mantengo el sabor de tu rostro
en el espejo de los muelles que se alejan.

Te amo en este rincón de la ciudad
que sería distinto sin ti, no hablaría
el halo de la farola de nuestro silencio, 
las portadas 
empapadas abrirían la oquedad cargada de los lunes
más largos y escondidos, 
y te llevaría el alma de una sonrisa que no sabría esperarte
en la herrumbre que llora la sed de los portones.

Te amo en la quietud de las sombras
y en el temblor errante de las luces encalladas, 
vivo ese momento que has llenado de ti 
como un Pierrot desconocido
que se abraza a la cola de otra luna que tiembla,
para encontrar tu mirada en la noche del índigo que brilla,
para llevar tu timidez antigua en un rincón del cuadro, 
para decirte te quiero en una estrella escalonada
que nunca llega a alcanzar el lugar donde sueñas
 y  aun así te persigo, te quiero,
te abrazo en el rumor que desgarra el clamor de tu camisa.

8

Pasa el tiempo en tu sonrisa y vuelves a los espejos
de los troncos
caídos en la acera estrecha
y vuelves a las alas
de la cometa azul que se enreda con la tarde
y refleja en los mares la caricia de tu rostro.

Nadie podrá decirte que no buscaras 
lo perdido,
ni el  corazón que latía en los labios del intento,
ni el balcón donde colgaba el flujo de los geranios.

Nadie podrá negar que cruzaras las nubes solitarias
con tu blusa anudada en la  cintura,
que abrazaras el culto de una mirada en silencio 
e inundaras de caricias la sonrisa de la rosa perdida
en el interior de una derrota desconsolada.

Sigues en mis  anhelos 
con tus alas en mi brazos, el candor en las mejillas
y en mi  sonrisa enciendes 
la memoria prendida de los pájaros perdidos
que no encontraron el canto del viajero.

Sigues en mi memoria moviendo los instantes
y el primer verso en el que te buscaba 
y por el que sufro cada vez que me acuerdo todavía.

9


Ya no sé escribirte un poema de vida;
las garras del olvido
 y el marco de la alcoba
se agolpan en mi mente como un cuervo asustado
que no encuentra 
salida e insiste en romper
del armario la puerta, la llave de la acera.
y agrede con los recuerdos de su plumaje  sombrío
la palabra de luz que alumbraba tu boca.

10
Eres como una herida que muere entre las ramas,
anochece en el rostro de un vestigio de amor
y vuelves en la vela de un cirio 
consumido
que llega a tu silencio en una copa caída
que arrastra en los cristales los labios del deseo.

******
8

Pasa el tiempo en tu sonrisa y vuelves a los espejos
de los troncos
caídos en la acera estrecha
y vuelves a las alas
de la cometa azul que se enreda con la tarde
y refleja en los mares la caricia de una nube.

Nadie podrá decirte que no buscaras 
lo perdido,
ni el  corazón que latía en los labios del intento,
ni el balcón donde colgaba la sangre de los geranios.

Nadie podrá negar que cruzaras las nubes solitarias
con tu blusa anudada en la  cintura,
que abrazaras el culto de una mirada en silencio 
e inundaras de caricias la sonrisa de la rosa perdida
en el interior de una derrota desconsolada.

9

*****


Sigues en mis  anhelos cruzando la nostalgia
y en el dolor enciendes

un poema en tus manos, con la memoria perdida 
de los pájaros de la sombra que inundaron las mareas
pero no pudieron arrastrar tu mirada al olvido.

Sigo en mi interior moviendo el primer verso
que buscara tus ojos, 
que viajara en tu camisa, que latiera en mi sangre,
todavía me duele el rumor
de tu aliento vibrando sobre los arlequines,
de los aleros  que acumulan 
las huellas de las hojas,
en la palabra de los puentes que sufría en las alturas
mientras volvía a los  senderos de mi  corazón
en el tierno frescor de una tarde caída.

Sigues en mi memoria moviendo los instantes
y el primer verso de amor
 que te buscaba 
y por el que sufro cada vez que me acuerdo todavía.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.