Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de una jaula.
La lira temerosa del olvido
no sostiene las cuerdas, no escucha la bachata
que muere en el recuerdo verde de los cipreses
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
y levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba,
que vierten con los ojos su amargura en el alba,
en el camino roto por el viento y las olas
donde las hojas secas se derraman
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan mi soledad,
atraviesan las flores muertas de la ensenada.
atraviesan las flores muertas de la ensenada.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.