sábado, 23 de mayo de 2020

Quiero llegar a ti como en los viejos días



Vives en mi recuerdo como un ave que pasa
y se acerca a las flores con un canto olvidado 
que brota en tus labios,
eres la luz que sigue brillando en el levante,

despiertas esas palabras que gimen en el amor.


Quiero llegar a ti como en los viejos días 
de los árboles cansados, de las estaciones desiertas
y la casona derruida entre los gorriones
sin tener que esperarte, acariciar los pétalos 
de un amor que me llama 
en tu mirada firme 
y las flores de luz llenando los pasillos con el deseo 
y el amor que te buscaban


Ahora soy un poema cubierto por las hojas
una vista apagada que fluye en las paradas
de la mirada de los puertos 
que ha perdido la llama abierta de tu nombre.
Reconozco tu acento que vive en mi memoria,

y siempre buscó la rima 
en el rincón de los astros que juntos recorrimos,
en un poema que vibra libre entre tus labios.

No miro tus palabras, son notas que se mecen
en el viento que pasa,
sonidos que se acogen al silbo de la calle.

Entonces aparecen las canciones lejanas
y mi mano se alarga para cubrir el olvido,
para llenar de ti la imagen de otro tiempo,
para amarte, tenerte y llevarte 
en el alma
como el mundo que suena con nuestra melodía. 


Solo puedo acercarme a ti para decirte
que en tu amor mi maleta ha encallado,
Ahora soy un poema cubierto por las hojas
una vista apagada que fluye en los andenes
de la mirada de los puertos 
que han perdido la llama abierta 
que temblaba en tu nombre

Aún escucho tu acento hirviendo en la memoria
profunda de una escala que sube a los estanques
y siempre me ha buscado en el rincón de los rastrojos
en el suelo de los parques
 que juntos recorremos,
en la palabra que aún vibra tierna entre tus labios.


Cantante callejera

Solo puedo acercarme a ti para decirte
que en tu amor mi maleta ha encallado,
Ahora soy un poema cubierto por las hojas,
una vista apagada que fluye en los andenes
de la mirada oscura y olvidada  
que han perdido la llama abierta de los puertos
donde aún tiembla la herida de tu nombre

Aún escucho tu acento hirviendo en la memoria
profunda de una escala que sube a los estanques
y siempre me ha buscado en el rincón de los rastrojos
en el suelo de los parques
 que juntos recorremos,

en la palabra que aún vibra tierna entre tus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.