Pasa el tiempo en tu sonrisa y vuelves a los espejos
de los troncos
caídos en la acera estrecha
y vuelves a las alas
de la cometa azul que se enreda con la tarde
y refleja en los mares la caricia de una nube.
Nadie podrá decirte que no buscaras
lo perdido
en el corazón que latía en los labios del intento,
o en el balcón donde colgaba el flujo de los geranios.
Nadie podrá negar que cruzaras las arterias solitarias
con tu blusa anudada en la cintura,
que abrazaras el culto de una mirada en silencio
e inundaras de caricias tristes
la sonrisa de la rosa atravesada
la sonrisa de la rosa atravesada
en el interior de una derrota dolorosa y caída
que no podrá dejarte llorando sin respuesta en el suelo
que no podrá apartarte de tu deseo íntimo.
Sigues en mi memoria moviendo los instantes
que no podrá dejarte llorando sin respuesta en el suelo
que no podrá apartarte de tu deseo íntimo.
Pasa el tiempo en tu sonrisa y vuelves a los espejos
de los troncos
caídos en la acera estrecha
y vuelves a las alas
de la cometa azul que se enreda con la tarde
y refleja en los mares la caricia de tu rostro.
Nadie podrá decirte que no buscaras
lo perdido
en el corazón que latía en los labios del intento,
ni el balcón donde colgaba el flujo de los geranios.
Nadie podrá negar que cruzaras las nubes solitarias
con tu blusa anudada en la cintura,
que abrazaras el culto
de una mirada penetrante en el silencio
e inundaras con arrojo de caricias la lágrima de la rosa
perdida
en el interior de una derrota desconsolada.
Sigues en
mis anhelos
con tus alas
en mi brazos, el candor en las mejillas
y en mi
sonrisa enciendes
la memoria
prendida de los héroes marchitos
que no
encontraron el canto en el corazón del viajero.
Sigues en mi memoria moviendo los instantes
y el primer
verso en el que te buscaba
y por el que
sufro cada vez que me acuerdo todavía.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.