Ahora
me pregunto dónde
amaga tu rostro,
dónde
se desesperan,
en qué
boca
los
bramidos.
¿Qué
lágrima tendrá la
sonrisa de un hálito?
¿Qué
lápida me espera por
olvidar tu espejo
por
enterrar la sombra
que
manchaba mi orgullo por
haberte querido?
Destroza
un corazón y
sírvelo a la noche,
crea
tu propia fuente
para
ver los desnudos,
mece
en su negra espuma el
fulgor de los niños,
rememora
en tu alma la
muerte de los gatos.
Ahora
me pregunto
dónde
mueren tus sueños
dónde
planchas tu blusa,
tu
leyenda
y la
falda
que no
encuentran tu nombre para
abrir los caminos.
Para
llevar al mar las
trizas de un deseo,
para
inundar tu pluma
en
aquel malevaje
que
reza melancólico mientras
el aire llora
bajo
farolas grises.
Para
romper ventanas del
colegio, y tu sombra
en la
noche
de tu recuerdo
y
sentir
la
amarga sinrazón de los te quiero
cuando
no queda amor en el
jardín sin flores,
en un
beso que naufraga.
Para
hacerte divina en tus
rasgos humanos
y
enseñarte
una
estrella
que
pueda protegerte cuando
nadie te busque,
ni
espere tu silencio,
Reina
de corazones.
Porque
quiero quererte
sin
amor,
encenderme
en tu llama y
atravesar tu ausencia,
porque
quiero quererte
sin
reparos.
Pero
los ojos siguen en la
cuesta empinada
que
agolpa los murmullos,
los
delirios y el aire de
amores que pasaron
como
si hubieran muerto
en
respuestas
sin
destino,
sonrisa
con fracaso.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.