martes, 26 de mayo de 2020

Pierrot errante - 27 de junio de 2019

Llega un rumor de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último tranvía
 y aún mantengo el rumor de tus ojos de olivo
en el espejo de los muelles que se alejan.

Te amo en este rincón de la ciudad que duerme
y sería distinto sin tu huella en los cristales, 
no hablarían
el halo de los faros con su estridente canto hueco, 
ni las portadas escondidas
en la oquedad cargada por la rutina de los lunes
largos, cenicientos y sin papeles, 
te acosaría el alma de una sonrisa que no supo esperarte
en la herrumbre que llora la sed de los portones oscuros
y herrumbrosos de los bosques de ladrillo apilados.

Te amo en la quietud de los pequeños muros 
que suben la despiadada cuesta de Ribalta 
y en el temblor errante 
de las luces encalladas que rezan en los umbrales, 
vago en ese momento que has llenado de estrellas furtivas
como un Pierrot sin maquillaje
que se abraza a la cola que tiembla en otra luna,
para encontrar tu mirada en la noche del índigo que brilla,
para llevar tu timidez antigua a un rincón del cuadro
que esboza un te quiero 
en una cometa paulatina y desnortada
que nunca llega a alcanzar el lugar alto en donde sueñas,
 aun así te persigo en el corazón sin brújula
que se pierde en el óleo sin marco que tú amabas,
te abrazo en el rumor que desgarra el clamor de tu vestido
entre las sombras de los gatos que resisten en la maleza
en la colonia desnuda del taller acongojado

***


Llega un rumor de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último tranvía
 y aún mantengo el sabor de tu rostro
en el espejo de los muelles que se alejan.

Te amo en este rincón de la ciudad
que sería distinto sin tu huella, no hablaría
el halo de la farola de los quejosos silencios 
en las portadas 
 abrirían la oquedad cargada de los lunes
más largos empapados y escondidos, 
y te llevaría el alma de una sonrisa que no sabría esperarte
en la herrumbre que llora la sed de los portones.

Te amo en la quietud de las sombras
y en el temblor errante de las luces encalladas, 
vago en ese momento que has llenado de ti 
como un Pierrot desconocido
que se abraza a la cola de otra luna que tiembla,
para encontrar tu mirada en la noche del índigo que brilla,
para llevar tu timidez antigua en un rincón del cuadro, 
para decirte te quiero en una estrella escalonada
que nunca llega a alcanzar el lugar donde sueñas
 y  aun así te persigo, te quiero,
te abrazo en el rumor que desgarra el clamor de tu camisa.

***
4 de agosto


Llega un rumor de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último tranvía
 y mantengo 
el rumor de tus ojos de olivo
en el espejo de los muelles que se alejan.

Te amo en este rincón de la ciudad 
que duerme y aprisiona los sueños
que serían distinto sin tu huella en los cristales, 
no hablaría el halo de los faros 
con la huella estridente de su canto en las alas, 
no hallaríamos las portadas escondidas
en la oquedad cargada por la inercia 
de los lunes largos, cenicientos y sin papeles, 
te acosaría el alma de una sonrisa 
que no supo esperarte
en la herrumbre que llora la sed de las cancelas
oxidadas de los bosques de ladrillo 
escritos por el recuerdo de tus manos.

Te amo en la quietud de los pequeños muros 
que suben la despiadada cuesta de Ribalta 
y en el temblor errante 
de las luces encalladas que rezan en los umbrales, 
vago en ese momento que has llenado de estrellas furtivas
como un muñeco sin maquillaje
que se abraza a la cola que tiembla en otra luna
para encontrar tu mirada en la noche del índigo que brilla,
para llevar tu timidez antigua a un rincón del cuadro
que esboza un te quiero 
en una cometa inocente y desnortada
que nunca llega a alcanzar el lugar alto en donde sueñas,
 aun así te persigo en el corazón sin brújula
que se pierde en el óleo sin marco que tú amabas,
te abrazo en el rumor que desgarra el clamor de tu vestido
entre las sombras de los gatos que resisten en la maleza
de la colonia desnuda del taller acongojado

***

Llega un rumor de silencio que se abraza a tu figura
cuando pasa el último tranvía
 y aún mantengo el sabor de tu rostro
en el espejo de los muelles que se alejan.

Te amo en este rincón de la ciudad
que sería distinto sin tu huella, no hablaría
el halo de la farola de los quejosos silencios 
en las portadas 
 abrirían la oquedad cargada de los lunes
más largos empapados y escondidos, 
y te llevaría el alma de una sonrisa que no sabría esperarte
en la herrumbre que llora la sed de los portones.

Te amo en la quietud de las sombras
y en el temblor errante de las luces encalladas, 
vago en ese momento que has llenado de ti 
como un Pierrot desconocido
que se abraza a la cola de otra luna que tiembla,
para encontrar tu mirada en la noche del índigo que brilla,
para llevar tu timidez antigua en un rincón del cuadro, 
para decirte te quiero en una estrella escalonada
que nunca llega a alcanzar el lugar donde sueñas
 y  aun así te persigo, te quiero,
te abrazo en el rumor que desgarra el clamor de tu camisa.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.