lunes, 26 de junio de 2017

Paul Simon The only living boy in New York - The boxer



In the clearing stands a boxer
And a fighter by his trade
And he carries the remainders
Of every glove that laid him down
And cut him till he cried out
In his anger and his shame
“I am leaving, I am leaving”
But the fighter still remains


En el fondo queda un boxeador,
un guerrero que va por libre
y que arrastra los vestigios
que lo noqueó o le cortó en cada golpe
hasta que gritó de rabia y de vergüenza;
me voy, me voy
pero el luchador sigue en pie.

 Estoy en el ring, en una esquina, voy perdiendo ampliamente a los puntos, tengo los ojos tan hinchados que, casi, no puedo ver, el rostro tan castigado que no siente, pero lo tiro todo en busca de un golpe definitivo que me salve. Si no llega quiero, al menos, acabar el combate.
Ese podría ser el tema sobre el que gira el boxeador, pero no, una de las canciones más complejas que se conocen; es casi imposible reproducirla fielmente en directo y necesitó más de noventa tomas, y una encrucijada de mezclas, para darla por terminada, habla un americano que se traslada a Nueva York para cumplir su sueño y todas las causas se vuelven en su contra.
       Con Puentes sobre aguas turbulentas[1] Paul Simon y su enemigo íntimo Art Garfunkel daban por finalizada su tortuosa relación con un disco que aún se cuenta entre los más vendidos de la historia, heterogéneo y con canciones comerciales[2] que funcionaron muy bien como singles, pienso que dista mucho de ser el mejor trabajo[3] del dúo neoyorquino, pero tiene obras maestras entre las que destaca, precisamente, esta canción.  Quizás la letra no tenga el lirismo de Paul Simon en otros momentos, pero entra de lleno en sus mensajes descarnados, y la música es maravillosa, el li lie li contagioso, el tono con el que cantan de un pesimismo que nos lleva al respeto, cuando no a la piedad.
El mensaje es claro y devastador; la Gran manzana ya no quiere a nadie y un pobre muchacho malgasta las ilusiones que tenía cuando llegó allí, sin trabajo y sin dirección, solo los vagabundos le dan un poco de calor pero tienen que pensar en ellos mismos y las prostitutas le hacen un guiño pero tiene que pasar por caja. Solo encuentra cobijo en la estación del tren, el invierno está donde se olvidan los sentimientos y no debe ser muy agradable estar ahí cuando llega; Me voy, me voy, pero el luchador sigue en pie.
      Sin duda alguna, a alguien a quien quisiéramos le suplicaríamos que arrojara la toalla. Pero hay gladiadores que luchan hasta la muerte porque no saben hacer otra cosa.




[1] Tuve entre mis favoritas a la canción que da título al álbum en su momento, hoy día la veo pesada y edulcorada salvando en ella su excelente letra, es una reconciliación con la amistad que se sitúa muy lejos  de Soy una roca, por ejemplo.
[2] Las mejores canciones, exceptuando a la mejor de todas, ésta, son las menos comerciales; El único chico que vive en Nueva York y la despedida al arquitecto que supo crear una armonía refrescante entre la naturaleza y la gran ciudad; The only living boy in New York y So long Frank Lloyd Wright.
[3] Un hecho insólito; la crítica especializada y yo coincidimos plenamente en que la cumbre del dúo es “Parsley, Sage, Rosemary and Thyme. no hay una sola canción de relleno y tiene una asombrosa homogeneidad temática en canciones muy diversas. El tercer disco del dúo supera a casi todos los de de los trabajos de Los Beatles y eso es mucho decir.    

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.