lunes, 5 de junio de 2017

Joan Manuel Serrat - El carrusel del Furo


      
       Siempre tuve una especial predilección por "Para piel de Manzana", quizás no sea el disco de Serrat que más me guste, creo que me decantaría por su antológico homenaje a Antonio Machado, pero no puedo olvidar que fue el primer trabajo de Serrat del que tuve un consciencia plena de su aparición, del que fui desgranando una perspectiva propia a medida que escuchaba unas creaciones que apenas unos meses antes no existían y que ya no tendrían otro recuerdo que verme paseando por la Plaza de África llevando en la cabeza un destello de amor, las palabras de un profeta urbano que intentaba conciliar los edificios con la herida de los vientos. Hay un placer difícil de definir en saberse uno partícipe de un estreno a diario mientras espera que la vida cambie y que vuelvan las rosas aunque tengan espinas, de saber que conservará siempre prendido en la memoria ese tiempo en el que aprendimos a vivir y estará acompañado por unas melodías, por unos versos entrecortados para adaptarse a una música.

        No hace mucho supe los problemas de producción y promoción que tuvo este excelente disco a causa del exilio mexicano de Serrat en los últimos estertores de una dictadura odiosa, como suelen serlo todas sin distinguir las sombras ideológicas en las que se sustentan y justifican el disparate de perderse en un único camino. Para mí no tiene una sola canción que pueda considerarse de relleno y tiene obras maestras de difícil catalogación, dando muestras de una diversidad que refleja el fulgor que le alumbraba en esos días; desde el carpe diem para una muchacha de barrio obrero de "Piel de Manzana", hasta el recuerdo borroso del bravo abuelo aragonés en "El Carrusel del Furo" o esa rumba enérgica, pesimista y contagiosa que dedica al currante charnego de "Caminito de la obra". A Ernesto Cardenal le hace un gran honor al musicar magistralmente su Epitafio para Joaquín Pasos. Dejamos para el final La casita blanca, ahí trata el tema de la prostitución como hiciera antes en la tierna y emocionante "La primera", pero no cuenta con su participación en primera persona, lo hace como el mero espectador de un cuadro típico; un prostíbulo que se sirve de mil argucias para salir adelante y, ya se sabe, a todo le llega su fin. Quizás porque fue la primera canción que escuché de este disco a través de un programa de imborrable recuerdo de la frecuencia modulada de Algeciras, le tengo un cariño especial, no me importa que, quizás, tenga un ritmo excesivamente lento o que raramente su autor la haya recreado en sus conciertos, es una de las joyas de Serrat que quedó en un cajón olvidado, pero, con el paso del tiempo, aquellos que la escuchamos comprobamos que no ha perdido el resplandor ni la vigencia.

        "Para piel de manzana" carece de la comercialidad gratificante y extraña, en este tipo de música, de Mediterráneo pero presenta menos fisuras si cabe, como ya he dicho, todas sus canciones tienen algo que decir, algo por lo que pueden llamar nuestra atención y nos entrega el corazón de un muchacho apasionado implicado con la vida , referencia obligada de un país que deseaba dejar atrás un tiempo oscuro y triste que él supo alumbrar con sus canciones y su sonrisa.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.