jueves, 29 de junio de 2017

Marilyn en el Puente Cristo (Georgia en mi memoria)




Estoy ciego de luz, vivo para el recuerdo,
vuelve el muchacho roto
que te enamora y siente su alma primitiva
forjada en la almadraba  por la orilla se arrastra
transparente y profunda como un jueves de sombras
en un ring que germina en los golpes de sangre,
y el candor de los santos
que no conoce nadie llega a tu corazón
de Asís en la memoria
y coloca un clavel en el bronce forjado
de sombra de clavel que escupe al campanario.

 ... ... ...

La Gran Vía pequeña
que altiva nos señala por no llevar la marca
verde de un cocodrilo
mientras  Marilyn muere en la Bahía Norte
donde Manhattan tiembla en su altura modesta
sin impregnar sus labios
en los escaparates donde brotan gemidos
de nubes de la muerte,
de bruscos legionarios que silencian a Cristo
con el trapo mojado que clausura su boca.

... ... ...

Me entrego a la deriva de acariciar tu rostro
en un dique de estaño que al rojo sur se ofrece
para besar las barcas que ya  no encuentran  islas,
ni farallones huecos sumergidos de piedra 
para abrir las heridas de un monasterio arcaico
reprimido de olvido, de hambre, de soledad,
destrozando su aroma en tiernos girasoles
que no miran los astros para morir a oscuras
entre poetas ebrios sedientos de bandera
tricolor de silencio en un país que duerme.

... ... ...

Sobre la tierra ardiente que se pliega a tu paso
el sol se difumina, se suicida y se vierte
encumbra el milagro del amor cuando reza
y canta en la amargura la inocencia perdida,
vencida por los años que era silente y fresca
cuando te conocía.

El mundo sigue andando, loco como un sombrero,
en tu imagen de marzo, en mi memoria intacta.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.