miércoles, 29 de mayo de 2019

According to Leonard Cohen****



I

I lost my way

"Perdí mi camino, no supe amarte,
olvidé invocar tu rostro entre las brumas
del invierno gris
cuando aparecieron en tus ojos las galernas
y latieron los corazones prístinos
contra el mundo
mientras fluían las lágrimas
de mi perdida victoria, de tu patético triunfo.

II

Pero tú aún estás aquí
cuando te canto en el portal
por la mañana 
y acaricio la memoria del geranio
de tu alféizar por la noche.

Tú siempre has estado aquí 
cuando respiro
en tu nombre de espliego cincelado
y te siento detrás 
de una ventana sin cortinas que se mueve.

El mundo acaba olvidándolo todo
y nosotros nos escondemos ante sus garras
y el corazón es un torbellino de itinerarios,
pero tu nombre unifica el interior,
y el mundo se levanta en su lugar
para quererte como si fueras mía.

Bienaventurado el que espera
en el corazón
de los viajeros para que regresen. "


III

Sacerdotes

1



¿Quién te cantará
un poema de amor
cuando al fin yo sea
el señor de tu cuerpo,
de tu pequeño templo
en medio de la cruz
que todos los profetas
hayan ya profanado?

2



Tu pecho se desmiembra como un charco de muerte
cuando pienso en tus ojos sin luz en la almohada,
transeúntes de esquinas vomitan el diciembre
donde caen palomas en torres de cemento
y el pozo del quejío abierto en las paredes
alumbra los acordes de un cíclope en su vientre.

Entonces tu palabra se alimenta de espiga,
de tintas que el olvido arrastra a los altares
donde los sacerdotes sacrifican a Cristo
y tu voz se estremece con un grito de escarcha
porque no luce estrella para guiar tu herida,
porque no queda tierra que tus venas no escuchen
y ya no brota sangre en tu rostro de hielo
ni una frase de amor esbozada en el aire.

¡Duerme, ay  Enrique, duerme, no digas nada, sueña!

Tu corazón gitano, ahora que te has ido
y no vuelve la aurora,
sigue herido de vida, inspirado de muerte.



IV

Marianne



Pero me emocioné sinceramente,
de una manera antigua que se me hizo extraña,
cuando advertí en sus ojos
que eras tú quien reías y llorabas,
y llorabas
como si volvieras
a otros escenarios del recuerdo y arrancaras
a Marianne de la suave marea que aún mece
su isla…        
                                              para decirle adiós riendo entre lágrimas.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.