domingo, 12 de mayo de 2019

Nocturnos. Siempre arrastré las llagas de mi culpa - 3 de marzo


Siempre arrastré las llagas de tu culpa 
y lloré por las cartas que no quise leer, 
por las llamadas 
que no quise escuchar
mientras me acorralaba tu presencia y tu vestido
en una sala oscura que nunca frecuentaste
y me miraba como si fuera un hijo de las sombras, 
lloré por el rechazo 
que ahondaba en mis venas
de todo lo que me llegaba de ti en esos días.

Regresé de la muerte para hablarle a la soledad
y sentir en su desierto
 el miedo y el aullido de los profetas olvidados,
las islas que emergían 
entre los edificios derruidos
de una ciudad antigua que no podía acogerme
sin tus brazos, tu recuerdo, tu esperanza,
escribí palabras de amor en el corazón del puente
que no quería llevar tu nombre
y no esperaba a nadie entre la gente solitaria
que duerme donde la calle no encuentra otro camino,
sufrí en los lugares que tuvieron nuestra risa,
en el desapego que sentiste 
por tu propia imagen en mi desvelo,
por las ideas que ya no cultivabas en el jardín 
erigido por las ramas de mi fragilidad y mis temblores,
por la memoria de la niña que jugaba 
entre mis notas y el olvido,
que no conoce el rumor de las hojas y los veneros,
ya no mira el interior de la colina y no vuelve a tu rostro.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.