domingo, 12 de mayo de 2019

Regreso a los escombros

Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena 
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de una jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la cantata
que suena en el recuerdo verde de los cipreses
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas 
que levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba,
en el camino roto por el viento y las olas
donde las hojas secas se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan mi soledad,
atraviesan los pájaros muertos de la ensenada.

***

Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena 
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la cantata
que suena en el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
y levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los desiertos que fluyen temblorosos
en las manos que rompen la ensenada 
y el camino vencido por el viento y la noche 
donde las hojas secas se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan mi soledad,

atraviesan los pájaros muertos de tu ventana.

***

Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena 
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la canción
que corona el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
y levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los estrechos que fluyen temblorosos
en los surcos que rompen la ensenada 
y el parque derrotado por el tiempo y la noche 
donde las hojas secas se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de los ojos oscuros que brillaron
entre los muertos,
que atraviesan el pájaro sin luz de tu ventana.

***



Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena 
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la canción
que corona el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
y levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los veneros que fluyen temblorosos
en los surcos que rompen la ensenada 
y el parque derrotado por el tiempo y la noche 
donde las hojas secas se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de las promesas rotas del mañana,
de los ojos oscuros que brillaron
fríos entre los muertos de tu casa

que atraviesan el pájaro sin luz de tu ventana.

***


Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
regreso a las estelas de la herida
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y mece tu tristeza por la arena 
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la cantata
que corona el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
y levanta las urnas de cenizas ardientes
que vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los veneros que fluyen temblorosos
en los surcos que rompen la ensenada 
y el parque derrotado por el tiempo y la noche 
donde las hojas secas se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de las promesas rotas que hieren el mañana
en los ojos oscuros que brillaron
entre los muertos fríos que vuelven a tu casa,
descerrajan las nubes cargadas de recuerdos
y atraviesan el pájaro sin luz de tu ventana.

***

Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
persigo la corriente de la herida
que se adentra en el llanto de una ninfa varada
y esparce tu tristeza por la arena
que tu corazón reclama.

Asustado despierto
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro cincelado
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la palabra
que corona el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
que levantan las urnas de cenizas ardientes
y vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los veneros que fluyen temblorosos
en los surcos que cruzan la ensenada 
y el parque derrotado por la noche 
donde las hojas secas llorando se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de las promesas rotas que hieren el mañana
en los ojos oscuros que brillaron
entre los muertos fríos que vuelven a tu casa,
descerrajan las nubes cargadas de recuerdos
y atraviesan el pájaro muerto de tu ventana.

***

30 de abril de 2019

Regreso a los escombros confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
persigo la corriente de la herida
que se adentra en el llanto de una ninfa varada
y esparce tu tristeza por la arena
que guarda tu silencio y tu corazón reclama.

Asustado despierto
como un héroe ciego que ha perdido la gracia
de la sangre en su rostro cincelado
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas, no siente la palabra
que corona el ramaje denso de los laureles
y golpea las venas de su isla acosada
como una bailarina en una noche fúnebre
del suelo misterioso las entrañas
que levantan las urnas de cenizas ardientes
y vierten con los ojos su amargura en el alba.

Regreso a los veneros que fluyen temblorosos
en los surcos que cruzan la ensenada 
y el parque derrotado por la noche 
donde las hojas secas llorando se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de las promesas rotas que hieren el mañana
en los ojos oscuros que brillaron
entre los muertos fríos que vuelven a tu casa,
descerrajan las nubes cargadas de recuerdos
y atraviesan el pájaro muerto de tu ventana.

***

30 de abril de 2019

1

Regreso a los escombros 
confusos del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba,
navego en la corriente de una herida
que se adentra en el llanto de una ninfa varada
y esparce tu tristeza en la ceniza
que guarda tu silencio y tus ojos reclaman.

Insomne y desvalido 
como un torpe sonámbulo sin alma
me adentro en la ciudad de los horrores,
veo sueño en la vida,  piedras en las guirnaldas,
me abrazo a tus heridas
como un cronista ciego que ha perdido la gracia
en la sangre de un rostro que penetra en la noche
y se encierra en la luz siniestra de su jaula.

2

La lira polvorienta del olvido
no sostiene las cuerdas,  no siente la palabra
que sostiene el ramaje 
denso de los coronas empolvadas
que estuve junto a ti como un ausente
que no sabía
que las manos siniestras del olvido
golpeaban las venas de mi isla acosada.

Como una bailarina que persigue 
del misterioso suelo las entrañas
en una noche fúnebre
y levanta las urnas de palabras ardientes
que vierten con las manos su amargura en el alba.

Regreso a los veneros que fluyen temblorosos
en los surcos que cruzan la ensenada 
y el parque derrotado por la noche 
donde las hojas secas llorando se derraman 
sobre el lecho de tierra que acoge tu memoria
y convierte tus labios en una encrucijada
de caricias errantes y perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman con mis manos, riegan la soledad
de las promesas rotas que hieren el mañana
en los ojos oscuros que brillaron
entre los muertos fríos que vuelven a tu casa,
descerrajan las nubes cargadas de recuerdos
y atraviesan el pájaro muerto de tu ventana.



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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.