domingo, 12 de mayo de 2019

Lorca como lo siento - II




1 - Y no será culpa del rapsoda sino mía, para siempre y solo mía, como la mano que un día me ofreciste para apartarla cuando ya no podía

2 - estrecharla, era una hoja de diario que ya no querías firmar, un verso de Brel abrumado por las cenizas de un jardín, un sueño difun

3 - Un sueño difunto que no quisiste alentar con los labios, una espera cuando ya había pasado el tranvía, una caja de música con Chopin

4 - Con Chopin en el corazón, era una queja que se moría entre los álamos que vieron nuestros pasos, unos huellas que borraste en la mira

5 - En la mirada de mi desencanto. Te quise y no sé si me arrepiento, cuando te veo emerger de nuestros espigones como si fueras otra.


6 - Como si nunca hubieras vuelto del exilio de hierro al que tú misma te enviaste

***


Y no será culpa del rapsoda sino mía,
para siempre y solo mía,
como la mano que un día me ofreciste
para apartarla cuando ya no podía
conservar el aliento que había en su voz,
era una hoja de diario
que ya no querías firmar,
una palabra de Brel abrumada
por las cenizas de un jardín en el recuerdo,
un sueño moribundo
que no quisiste alentar con los labios,
una espera
cuando ya había pasado el tranvía,
una caja en el corazón de Chopin,
era una queja que se moría entre los álamos,
una huella que borraste  en la mirada
de mi desencanto.

Te quise y no sé si me arrepiento,
cuando te veo emerger
de nuestros espigones como si fueras otra,
como si nunca hubieras vuelto del exilio
de hierro
al que tú misma te desterraste.





***



7 - Pero mi dolor no se irá aunque me vaya quedará de ti la sonrisa de las sombras que tu frente planeaba , había que matar a la muchach

8 - A la muchacha que quisiste, la imagen que guardabas, debías escupir mi nombre sobre la cuesta, despertarme del rostro que escondía en

9 - En mi almohada, encerar los salones de una nueva madrugada, ser una mariposa en un jardín cerrado para mí, abierto para el mundo



10 - mataste para siempre el banco de los besos, la senda de Neruda entre la madreselva y los jazmines, el cigarro compartido, el café co

11 - Con los labios del señor de la pandereta temblando en el Noray, con el polvo caído al pie de las murallas,

***

Pero mi dolor no se irá aunque me vaya
quedará de ti la sonrisa de las sombras
que tu frente frunció
como una madrugada que cerró los salones;
había que matar a la muchacha que quisiste,
la imagen que guardaste en avenidas desiertas
entre la gente,
debías esculpir mi nombre en la temible cuesta
que suben los pintores que olvidan en el marasmo,
despertarme del rostro que escondía en mi almohada,
encerar la patina de un nuevo amanecer,
ser una mariposa en un jardín cerrado
para mi huella, mi orgullo y mi esperanza.

Mataste para siempre el banco de los besos,
la senda de Neruda en los jazmines,
el cigarro compartido,
el café aromado con el tiempo de lluvia,
con la melodía de un sábado por la tarde,
con los labios del hombre
que tocaba la pandereta
temblando en una esquina  del Noray,
con el polvo de un amor caído
al pie de las murallas
en el recuerdo de unos ojos que luchan
contra el mar de las incomprensiones.



***


12 - Ya no busco en tu cabello, la huella de los jazmines, el rumor de los destellos de una mañana de abril, pero el alma s

13 - Pero la lira se muere cuando escucho aquel quejido, cuando pienso en las líneas de tu boca en mi almohada

14 - En los rellanos del puerto, en los bares escondidos, en la senda de la risa que se ha perdido en tu cara

***

Ya no busco en tu cabello,
la huella de los jazmines
que se ha perdido en la luna,
el rumor de los destellos
de la mañana de abril,
porque el alma se me rompe
en el vuelo y los estanques
porque mi lira se muere
cuando escucho aquel quejido
en las lágrimas del sauce,
cuando pienso en las líneas
de tu boca en mi almohada

Por los rellanos del aire
que ya no tienen tu aliento,
por los bares escondidos
que sufren ebrios de muerte,
por la senda de la risa
que se ha perdido en tu cara
mi corazón te recuerda,
ha perdido la esperanza.

***

Pero mi dolor no se irá aunque me vaya
quedará la sonrisa de las sombras
que tu frente frunció
en una madrugada que cerró los salones;
había que matar a la muchacha que quisiste,
la imagen que guardaste en avenidas desiertas
entre la muchedumbre que no sabía hablar
y los coches sin freno que ignoraban tu acento,
debías esculpir mi nombre en la temible cuesta
que suben los pintores
olvidados en el marasmo de la piedra enmohecida,
despertarme del rostro que escondía en un estante,
encerar los reflejos de un nuevo amanecer,
ser una mariposa en un jardín cerrado
para mi huella,
mi orgullo y mi esperanza yacían en la colina
que apenas pude hollar y con la tarde se apagaba.

Mataste para siempre el banco de los besos,
la senda de un poema perdido en los jazmines,
el cigarro compartido,
el café aromado con el tiempo de lluvia,
con la melodía de un sábado por la tarde,
con los labios del hombre
que tocaba la pandereta
temblando en una esquina  del Noray,
con el polvo de un amor caído
al pie de las murallas
en el recuerdo de unos ojos que luchan
contra el mar de las incomprensiones.

Ya no tengo tus anhelos,
ya no encuentro en tu mirada
la huella de las memorias
que se han perdido en el agua,
la luna de las caricias,
de marzo por la mañana
resiste en mi soledad
en las nubes, en las ramas,
en el vuelo y los estanques
de una encendida palabra
porque se me rompe el alma

porque mi lira se muere
cuando escucho aquel quejido
en las lágrimas del sauce,
cuando pienso en las líneas
de tu boca en mi almohada

Por los rellanos del aire
que ya no tienen tu aliento,
por los bares escondidos
que sufren ebrios de muerte,
por la senda de la risa
que se ha perdido en tu cara
mi corazón te recuerda,
ha perdido la esperanza.



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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.