Mais, mon amour
Mon doux, mon tendre, mon merveilleux amour
De l'aube claire jusqu'à la fin du jour
Je t'aime encore, tu sais, je t'aime
Hace apenas unos días descubrí con cierta sorpresa que
"La canción de los viejos amantes" no se la inspiró a Brel una experiencia
propia, podría amoldarse perfectamente a su vida, sobre todo en los últimos
años cuando luchaba por cumplir sus sueños y sentía la presencia de la muerte,
sino la de sus padres. El dueño o gerente de una fábrica de cartones llevaba
una doble vida con amantes ocasionales que acabó ante sus hijos empañando su
imagen de marido y padre intachable, una amante fija acabaría provocando que su
esposa, bastante más joven que él y, por lo tanto, más llena de vida, acabara
engañándole también, guiada probablemente por la frustración y el abandono.
No hubo ruptura quizás por la confesión católica de los
amantes o porque estaban amoldados el uno al otro en su estilo de vida pequeño
burgués y no supieron cómo dejarse.
Esta revelación no ha sido un obstáculo para que siga
pensando que esta canción es el más hermoso testimonio de amor que dejó Brel,
realista y lleno de trampas habituales, amargo y tierno a la vez, empapado por
el peso de los años y por las veces en que el sueño de un amor romántico
traspasó el umbral de los deseos incumplidos. Pero... mi amor, mi dulce,
tierno, maravilloso amor, del alba clara hasta morir el sol te amo aún, tú
sabes que te amo.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.