lunes, 2 de enero de 2017

Deseo en la hierba





Muchas veces retorna en el despertar lento
aquel olor deshecho de flores ya lejanas,
y de establo, y de sol. Mas no hay hombre que sepa
la caricia sutil del amargo recuerdo.
(Cesare Pavese - Traducción: Jo sé Agustín Goytisolo)
 

Una  mujer carnal se acomoda el vestido
y ordena sus cabellos tras un encuentro intenso
en paz sobre la hierba,
rememora los labios, sentir sobre la piel
un cántico despierto que huele a lontananza,
unos brazos que piden
 someterse a los sueños,
unos pechos que exaltan los surcos de la luna,
las piernas que remueven el brillo de un planeta.

Todo tiembla en su piel aunque parezca calma,
que una rutina extraña se acomoda a su vida,
en su mente las alas volaron en un cielo
de susurros ardientes rodeados de arbustos,
el orgasmo encumbró su apetencia de muerte
breve que vivifica y alarga la belleza
fresca de los paisajes, de un cuerpo que respira,
sus ojos ya no miran fijamente los ojos
de su amante que espera la dulce despedida,

del beso más sincero que cruce la mañana,
se abotona la blusa con la mirada ausente,
mira los aledaños y emprende su camino.

No conozco su nombre, ni sé si ella querría
narrarme unos segundos de lo que ya es pasado
y hacer mío el encuentro con todas las personas
que conversan alegres cuando cae la tarde
en el bar sin destino de un pueblo polvoriento
que nunca tuvo vida pero muere despacio
y una leve sonrisa aparece en mi rostro
para recomponer este gesto severo
que no sabe mentir y siempre me acompaña. 

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.