jueves, 5 de enero de 2017

Patsy Cline - Crazy.



      
         Sabía hablar a pesar de tener el inglés como lengua vernácula y como mejor lo demostró fue con sus canciones. Esta hija de la América profunda encontró una posibilidad de liberarse a través de la música, no tenía nada de especial sino su voz. Su ropa, su peinado, su manera de posar eran de un tiempo caduco que no transmitía buenas sensaciones y que ya no era el suyo. Murió a los treinta años en un accidente de aviación. 
   
       La primera canción que escuché de ella fue "Crazy" (Loca), para nada me pareció que estuviera encuadrada en la música country, la veía más cerca del pop o, sobre todo, del jazz. Un jovencísimo Willie Nelson la había escrito y se sintió fascinado cuando le dijeron que se la habían ofrecido a ella para grabarla, lo hizo en una sola toma ya que se frustraron varios intentos anteriores por culpa de una fractura en una costilla que se había producido en un accidente automovilístico y que le impedía llegar a los tonos altos, ese dolor intenso de los intentos frustrados provocó que no le tuviera mucho cariño a esta canción a pesar de que fue un gran éxito, uno más en su espléndida trayectoria, pero es el que siempre se recuerda.

                                                                                    19 de enero de 2016.   


Si Patsy Cline cantara, como entonces fingía
la hiel de su costado,
como si me alumbrara y volviera a dolerme 
la húmeda linterna de la noche fundida
en agua tormentosa mientras loca vagaba
por palabras inquietas que no pueden hablar,
te abriría una carta para que me leyeras,
supieras de la herida
que no supo mostrarse en mi rostro, tu aroma,
en la fiesta encallada, en el puerto encharcado.

Vuelve como una llaga que se abre en el viento,
hoy se siente desierta y tan perdida 
como si muerto hubiera
en tu silencio yermo para siempre,
como si naufragara penando por mi alcoba,
embriagando la rima
que dejaste olvidada para no recordarme
entre las alhucemas de tus manos cerradas.

Si Patsy Cline cantara y le importara a alguien 
escuchar el lamento 
de aquella imagen ida  que se empaña en tus ojos,
del paso de Saturno de crueldad insondable
que devasta las horas de música y amigos
y abandona en la arena
el mágico momento que conmigo soñabas.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.