lunes, 2 de enero de 2017

Brel en el corazón - C'est trop facile.

                   Ya lo he dicho antes alguna vez, pero el amor es una verdad que la siento de tal forma que se convertiría en eso aunque fuera extraída de la más profunda mentira que habite en mi corazón. Lloraremos de angustia mientras el amor se pierde como hacen los hombres cuando nadie los mira.


                    

         No, no me siento cómodo cuando hablo del bruselense[i] tan ensimismado él en buscarle las vueltas a su enorme talento para hablar con valentía de las grandes preocupaciones del hombre y ofrecernos un punto de vista equidistante entre el vicio y la virtud, la realidad y las apariencias, la mentira y la verdad. Su exquisita y diletante perversión dialéctica no nació del éxito sino del fracaso más tenebroso acentuado por la lejanía de su mujer y sus dos primeras hijas, la ausencia de amigos hasta bien entradas las horas de la noche.

         Refiriéndonos a las sombras de sus comienzos hay una presentación que da un juego casi macabro en el que pone en juego la integridad futura de su imagen ayudándose de la radio para multiplicar su ironía en la defensa del silencio en quienes, aparentemente, se les sale el corazón por la boca cada vez que ocurre algo por lo que reír o llorar.
  
Brel es entonces un cantante muy joven pero un tanto fundido, dispuesto a hacer lo que sea con tal de no volver a perder el tiempo en la fábrica de cartón del buscador de oro que era su padre.

Quizás la permisividad que mostraron los presentadores estuviera dirigida a la vida a un pirado católico procedente del país llano, flamenco de lengua francesa, y nunca flamingand[ii] cerrado, hablando nunca, ni siquiera mal, la lengua de sus mayores o, simplemente, porque se pensara que no llegaría a ningún sitio con su actitud agresiva y su crítica radical a la gente de la que pretendía vivir con sus canciones.

Bélgica, en términos ciclistas[iii] no es un país tan llano, como hubiera Brel diseñado, están las Ardenas donde se arremolinan en una piel menos afortunada la mayoría de los francófonos que se lo pregunten al decimoséptimo de la última Liège-Bastogne- Liège, sin oro ni oropel y la duda de la renovación después de haber salvado doce cuestas largas y sin saber con qué animo presentarse siete minutos más tarde que el primero recibiendo el aplauso de los amantes de los culos gordos enamorados de las carreras de un día. La decana[iv] es demasiado clásica para los escaladores más puros, pero demasiado montañosa para los clasicómanos.

***   ***   ***

Es muy difícil componer una canción como C'est trop facile[v] y no acabar tu carrera en tu presentación. Cuando eres un desconocido y le añades, aunque sea con ironía, eso de le Grand Jacques[vi] puede ser interpretado como una provocación, cuando eres un joven que dice sentirse bien, mientras sufre, en el París que no dejaba lugar a los vencidos, que reconstruía su imagen luminosa después de un tiempo viviendo en el horror de las tinieblas. Pero París y la clase más representativa de esa sociedad había aprendido a no mirar atrás, los signos exteriores parecían gritar que apenas hubo colaboracionistas, que la inmensa mayoría amaba a un país libre.

Es muy fácil ser magnánimo cuando entregas el polvorín de las humedades resecas a su suerte y contra el viento, cuando te confiesas todos los días porque inconscientemente piensas que tu vivir cotidiano de pequeño burgués es una reiteración eterna de pecados no tan pequeños como la longitud de unas narices que nunca dejan de crecer, aunque nunca hayas escuchado hablar de Pinocho ni de un político en campaña electoral. Pero en anticlericalismo aparece con virulencia en quien alguna vez creyó fervientemente en los que cumplían el papel de intermediario entre el hombre y Dios.

Es muy fácil decir que aquella guerra de niño y en la adolescencia fue la última mientras los cementerios siguen recogiendo cadáveres por el mundo, cuando las armas siguen en pie, llorar de amor como un hombre que sufre un desengaño y piensa que no volverá a enamorarse.

                                                                                                                     6 de enero de 2015.

C'est trop facile d'entrer aux églises
De déverser toutes sa saleté
Face au curé qui dans la lumière grise
Ferme les yeux pour mieux nous pardonner.


Tais-toi donc Grand Jacques
Que connais-tu du bon Dieu?
Un cantique une image
Tu n'en connais rien de mieux.


C'est trop facile quand les guerres sont finies
D'aller gueuler que c'était la dernière
Amis bourgeois vous me faites envie
Vous ne voyez donc point vos cimetières.


Tais-toi donc Grand Jacques
Laisse-les donc crier
Laisse-les pleurer de joie
Toi qui ne fus même pas soldat.


C'est trop facile quand un amour se meurt
Qu'il craque en deux parce qu'on l'a trop plié
D'aller pleurer comme les hommes pleurent
Comme si l'amour durait l'éternité.


Tais-toi donc Grand Jacques
Que connais-tu de l'amour?
Des yeux bleus des cheveux fous
Tu n'en connais rien du tout.


Et dis-toi donc Grand Jacques
Dis-le-toi bien souvent
C’est trop facile
C’est trop facile
De faire semblant.


Et dis-toi donc Grand Jacques
Dis-le-toi bien souvent
C’est trop facile
C’est trop facile
De faire semblant.




[i] Bruselense: Vaya gentilicio feo, con lo fácil que hubiera sido decir bruselés.
[ii] Flamingand: Rigurosamente aquel flamenco que había colaborado con los nazis. Brel, con sus excesos, utilizaba esta palabra con demasiada relajación para referirse a casi todos los flamencos sin tener en cuenta que muchos de ellos tenían costumbres dudosas pro  murieron por la libertad.
[iii] Quizás no haya habido país que ame tanto el ciclismo como Bélgica.
[iv] Es el título oficioso que tiene por ser la clásica más antigua del calendario.
[v] C’est trop facile: Es muy fácil.
[vi] Es más que probable que este título se lo ganara a pulso años después.

2 comentarios:

  1. Extraordinario, Enrique.
    Fíjate de qué forma se puede trasformar un pasado difícil y doloroso, en una constante aurora boreal deslumbrante para los amantes de la música y la poesía. El secreto lo desconozco.
    Un abrazo.

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  2. La gente en España no quiere a Brel, vivimos en una crisis moral y era demasiado sincero y apasionado para llegar a la gente que surge de esa crisis. Yo no lo he elegido como cantante de cabecera, han sido sus poemas, su implicación con los grandes problemas del mundo y también los pequeños. Begoña acaba de borrarme de sus contactos, es otro peso que me quito de encima en estos días, voy arrojando lastre, este no me duele mucho, pero resulta que Brel tenía razón; quienes insultan son los que se sienten ofendidos. La moral pequeño burguesa tiene un insoportable tufillo a hipocresía. No puedes decirle a ningún poeta que escribe regular.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.