Desgarro en mi silencio la voz calma de un bardo
el mar donde pensabas ser una bailarina,
los árboles cansados a cuyos pies soñabas,
desgarro este misterio donde mi amor hervía.
Este vagar constante que no encuentra tu falda,
este trote sin ritmo que me lleva a tu huella,
este sentir tu verso sin poder encontrarte,
se agolpan en mi mente.
Persisto en tu fracaso.
Me quemo en tu caricia fresca como un racimo,
la piedra de tus ojos, la voz de tu presencia,
lloro en la alborada donde reía el mirlo
en tu pecho temblando, tus manos que gemían.
Persisto en tu sonrisa que alentará mi olvido
en el amplio salón que guardaba tus besos,
y aquel verso de Frost
de visillos abiertos que secaban las lágrimas
de un Yupanqui cansado en tus ansias dolidas
en tu amor que me duele, tu sombra que se acerca,
la muerte que me acecha en tu jardín perdido.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.