sábado, 21 de enero de 2023

Princesa encantada

 

Nada se fue tan lejos de ti
como el amor a ti misma.
(A la sombra de tu ausencia)
 


Quizás también tú mueras
con tu manto y tu torre.
Quizás no sea yo
quien busque en tus ruinas.

Quizás no vuelva a verte
con tu melancolía en la ventana
y no sepas que fue de aquel amor,
de aquella tarde oscura que me diste
y de mi gabardina.

Ahora que te perdiste
y no he vuelto a encontrarte,
que no canto a la rosa de los vientos,
que mi silencio apenas te reclama.

Ahora que me hundo en una selva gris
que aprisiona tu orgullo,
tu sangre y tu bandera,
y quisiera pedirte tu nombre y tu sonrisa
¡Oh, princesa encantada!

Pasaron las estrellas por la vía celeste
y tu voz se elevó
con su luz en un cielo que moría.
Pasaron otros hombres por mí, por mi pesar,
y por mis compañeros.

Pasaron otras fotos sin palabras,
murieron otras flores y memorias.
La soledad del río, de la taberna y el puente
se adueñó de tus noches, de tu altiva corona,
de tu melancolía.

Quizás no vuelva a verte
en la calle estrecha que me hable del abril
azul que me rompiste,
quizás ya nunca ronde tu verja milenaria,
no vuelva a tu misterio,
no escuche tu oración,
ni su castigo roto, no busque tu mirada
y no vuelva a morir.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.