Vuelve la Primavera y te recuerdo
Vuelve la primavera, te sueño en los jazmines,
en el tierno barranco y en la Piedra perdida
que adornara tu sed de amor iconoclasta.
Ya ves el golpear del tiempo en nuestros rostros,
ya ves la noche larga reinando en nuestro parque,
ya ves la primavera que vuelve y no nos mira.
2
Cruzas
Cruzas en cada imagen no retenida,
lejos queda el momento en que te prometiste
a lo que nos unía en aquella encrucijada
que nos tendía la vida
y nos hacía distintos y expresivos,
e insistía en las primeras palabras
de amor entre los sauces,
palabras que murieron
en bocetos de libertad encadenados
a cúmulos de espigas, a música, quimeras,
bocetos que supieron del triste
divagar que las alas someten
a poetas y albatros
y aún así insistían rimando en las alturas,
buscaban la fortuna que auguran a los locos,
detenían el instinto para representarlo,
buscaban la verdad en un rayo de luna
porque deben morir siguiendo su camino.
3
Vieja estación
Vientos de soledad en la mañana
y en el andén espera
la sombra del amor que acaso fuiste,
se me escapó tu huella en el espejo
y no te reconozco
y no sé cómo hablarte.
Como si fueras otra me recuerdas
al silencio que canta
en los versos que pierden la cadencia
cuando emergen del alma desprendidos
por un tibio calor que ya no sienten.
En la vieja estación rota y vacía
que no tiene cuadrantes de destinos
he pasado la tarde
con los bancos gastados
y un reloj sin agujas que se duerme
en el rumor del tren que nunca pasa,
en los besos errantes
que perdieron el norte en el camino
y forjaron la nube de tu ausencia.
Aranjuez está lejos,
los trigales se visten de verano
y los ecos torcidos se derraman
en un torpe cuaderno
que no arrastra mi nombre por tus venas,
que no arrebata un lazo en tus esquinas.
En el rincón de sombras impregnado
por la grave caricia de tu rostro,
por la larga madeja sin memoria
de los recuerdos quietos que se mueven
está mi corazón llorando triste,
pensando en los senderos perseguidos
que arrastrarán los nombres
de los bellos amantes desolados
que algún día tuvieron
la sonrisa despierta de la aurora,
la mirada de luz que yo he perdido.
4
Apoyado en la verja, cerca de la ventana,
el mar mi rostro inunda con su verde lejano
y pasea tu nombre de recuerdo perdido,
frágil como una flor abierta en la mañana.
Ha pasado Saturno por árboles y puertas,
por este corazón que no supo tenerte,
y me alejo de aquello que llegó a mi alma
como una herida abierta sedienta de canciones.
5
Cartas para rezar
Somos dos almas sueltas por distintos caminos
que han olvidado encontrarse,
que ya no se conocen.
(Peter Pan - julio de 1974)
Cartas para rezar, rogar y enternecernos
con la palabra humilde
perdida en una estrella,
¡oh libertad sin luz, de amor tibio y ausente
que reposa en el cuarto del niño que velamos!
No vino la verdad. El coraje, la fuerza
recorren la locura
de amor que no vivimos,
los versos que abrigamos con una hoja inerte.
Somos almas sin fecha danzando en los estanques
que no quieren dejar huella de nuestro signo,
ni levantar sospecha de nuestras esperanzas
en espejos que hieren los surcos de una herida,
en cristales fingidos que traspasan las venas
de voces que no hablan,
y seguimos jugando sin decir quiénes somos,
sin querer arriesgar a perder lo perdido
en la larga partida sin mano con la muerte.
6
Los painicos
Al recordar tu nombre, al vestirme de abril
anochecido,
he vuelto a caminar por la playa desierta,
a esperar en la orilla que suba la marea,
como los painicos que al final del verano
caían sobre la arena tristes como sus alas,
mi alma volotea torpe en la resaca,
sin fuerzas, sin amor, sin verso que te nombre.
No he podido volver al sueño de la vida
como estas aves negras que retan a las olas
y ha tiempo que eligieron otras playas oscuras
para dejar su vuelo entre el aire y el agua.
7
Los persas
A Tod Browning
https://vampirosypoetas.blogspot.com/2014/04/los-persas-recitado.html
He hablado de amor con los ojos brillantes,
he hablado de constantes que me fueron queridas,
pero estoy atrapado en un mundo sin sueño,
esperando una nueva, y buscada caída
como un hoplita desarmado en el sendero
que no puede detener la avalancha
y la afronta sabiendo su destino,
un marino asustado en la calma
que barrunta venideras tempestades,
un olvidado en las emociones,
un monstruo en silencio que se arrastra.
8
Tu cintura de cera y el rimmel de tus ojos
pasean por el vientre de la vieja avenida.
Miras las rampas rotas y los acantilados
curvos de Punta Almina.
Cruzas por las arenas y sigues alentando
las voces del silencio, la luz que yo sentía.
El aire me acorrala y arropa mi tristeza
por no tener salida.
Puedo morir de amor y romper los espejos,
abrigar con las manos la sombra de tu herida,
entregarme a este mar nuestro que nos aguarda,
desterrar la amargura que se agolpa en la orilla.
Mas no puedo arrancar del rumor que me invade
el calor de tus manos, la luz de tu sonrisa.
Tu cintura de cera y el rimmel de tus ojos
pasean por la playa de la vieja avenida,
miras el horizonte buscando una respuesta
del cielo a tu desdicha.
Azul para mis ojos será siempre tu alma,
velero que navega siempre hacia la mía,
¡ay, perfume de rosa, corazón de poeta,
delirio que arrincona, ternura de una rima!
Cruzas por las senderos como una colegiala,
en la frente un pesar, la voz en la deriva,
y Cabo Negro al fondo que llega hasta tus manos
con el poniente undoso de los más claros días.
9
Nunca como hasta ahora
Nunca como hasta ahora había sido consciente
de lo frágil que era el barco en el que navegaba,
la imagen de tu verso, el amor que ofrecías,
el dios al que te entregaste, y que no te miraba,
y era tan fuerte, tan firme, tan segura
la soledad que negociabas
para no tener amigos que pudieran
provocar el dolor sin marco de tu alma,
ese sentimiento que domesticaste
cuando decidiste dejar atrás
a la muchacha que soñaba.
Nunca como hasta ahora se me había hecho
esta calle tan larga
que no te distinguía en ningún horizonte,
y tú tan distante, tan vacíos los momentos
que tu sonrisa alentaba.
¡Oh, ruiseñor que busca
el alma de la noche
y derramar en ella
la flor de mi garganta!
10
En el rostro de abril
En el rostro de abril, embargado en el tiempo
que aquel dolor tuyo representó, miré las olas
empapadas de levante, el aire húmedo
empañando las vidrieras del olvido.
He de vagar como un cuervo asustado
por la imagen que queda del peso de los años
y no evocar al joven que insistía
en tu fragilidad inquieta para al fin poseerte.
Este abril no es el nuestro, camina por los huertos
de nuestra tempestad,
se burla del amor que no cuidamos,
despierta la tristeza, el miedo y los halagos
que dicen que es hermoso que aún luches
y no te rindas,
cuando pasan sonrisas, cabellos, ilusiones,
y te sientes prisionero de melodías antiguas.
11
Quizás no queden versos
Quizás no queden versos en la plaza desnuda,
y en los escaparates no quede un libro abierto,
quizás con la marea lleguen aves nocturnas
que vuelen por el istmo leve que nos separa,
y te entreguen las alas de mi nueva caída.
Quizás otro vestido te pongas en la noche,
lleves otro perfume y otra mirada abras,
hables de un nuevo amor, otras aspiraciones,
y tengas que negar cosas que no dijiste,
y esa es la causa amarga, honda de esta tristeza
que me aleja de ti; que me asalta y me hiere;
callaste cuando había algo hermoso que dar,
lo diste cuando sólo querías hacer daño.
12
El perfume profundo de la dama de noche
el rítmico caer del jazmín en el suelo,
el letargo florido de pasos y farolas,
la llamada de cuestas, de los escaparates,
el murmullo intermitente que en la esperanza
fluye
se viste con el viento que ahora sopla despacio,
teñido de caricia, meciendo las aceras,
y me dejan pensando en este laberinto
sin meta que es mi vida,
ahora que no comprendo qué busco, qué persigo,
que cada día me reto
a expresar mis queridas, crueles contradicciones.
13
Pasan las tardes y vuelven los amantes,
como los gorriones sedientos de tejados.
Es preciso decir que la vida es difícil,
que el deseo es erróneo, que oscurece las notas
de los locos que insisten, que sienten en el piano
ahora que ya no toco las teclas de tu piel
y no pulso los aires que en tu alma se pierden.
Los laureles de hoy serán sombras mañana,
mientras siguen los barcos flotando en la bahía,
la rutina en la calle, la voz en lo perdido,
en tus ojos el grito que ahoga la esperanza.
14
En un límpido embate de vodka destilado
He muerto cien veces:
tú vuelves a ella
y yo a las tinieblas.
(Amy Winehouse)
En un límpido embate de vodka destilado
me sumerjo en la tarde que muere en la bahía,
sufro porque no puedo anhelar unos ojos
y no tiembla mi cuerpo como una estrella errante.
Se me ha ido el amor, y ya no sé llamarlo
¿en qué calle estará
el ansia desmedida de besos de tus noches?
¿a qué puerta sin llave caminará tu olvido,
tu larga ausencia herida por no seguir tu paso,
tu ineludible imagen de muñeca asustada?
Roto por el silencio tu colchón de verdades
alienta los reflejos de un pasaje rendido
al mundo de los otros que no sabe acunarte
ni escuchar la palabra que presagia tu muerte
en la orilla sangrante del laurel del vencido
que agoniza en el miedo a la vida que pasa.
Tu canción de cristal en los escaparates
busca una nueva luz que abrace lo perdido,
tu palabra en la alcoba de la sentencia mustia
vuelve a la pesadumbre de los días sin huella
y a las flores que gritan en el rimmel corrido.
Se me ha perdido el arte y no encuentro la senda
para volver atrás, atrás cuando pensaba
que había sentido en ti una verdad profunda,
profunda y transparente que ignoraban los otros,
que latía en tus élitros proclives al abismo,
que rompía el contorno y mi pecho anhelaba.
Que era suficiente pensar en tu destello
para cruzar los puentes rotos y desolados
que cada día hablaban del mundo y los azares,
del mar de la derrota que batía en mi rostro,
de la leyenda herida, del amor que dejaste
atravesando calles y no encuentra el recuerdo
de la ninfa frustrada en un sueño que duele,
de la voz que gemía
en un soul encubierto, marchito, amortajado.
15
12 de diciembre
Homme libre, toujours tu chériras la mer!
(Baudelaire)
Hay quien vive en una ciudad que se agiganta
y allí jugaba cuando niño en sus calles
antes de entrar al colegio.
Es difícil fingir que no ha muerto lo que amábamos
porque la vida escapa, así como la rosa,
sin poder precisar que se hizo de nosotros,
de aquel miedo a morir,
de aquella niña blanca que ondeaba
su pelo negro, su risa, su esperanza.
Ella sabe que nunca volverá a salir del colegio,
que nuestra soledad retorna del brazo de la muerte,
como una golondrina atrapada en la nieve
que no puede volar y apenas se equivoca.
Diciembre 1983
Tonight at noon
(Adrian Henri)
Tú me dirás que me amas
esta noche al mediodía.
Ahora, detenidos en ese murmullo del mar de nuestra vida
que nos trae los años lejanos que no vuelven a la playa,
sin poder descifrar la noche que tuvimos
la primera vez que nos colmamos de besos
sin pausa, sin cadena.
Ahora que se nos fue aquel bandolero insolente
que el niño de la Cuesta imitaba
con gritos y un caballo imaginario,
sin aquel edificio sin futuro que nos ocultaba a los ojos de los otros
cuando se abría tu falda y mis dedos retaban
los botones de tu blusa,
sin aquella farola donde leíste
la declaración de amor que se me pierde
en la espesura de mi pensamiento,
sin aquel brillo extraño que descubrí en tus ojos
y aún tiembla en cada estrella.
Ahora que la tarde se cierra con los barcos
que pasan por los sueños en busca de otros mares,
que los contrabandistas cenan con políticos, banqueros,
mientras hay abogados que limpian expedientes
y algunos comerciantes que extienden sus alfombras
mientras Dios cambia su rostro un poco más cada noche.
Ahora que la avenida ya no nos reconoce y el alma se estremece
buscando la juventud que se nos fue con un billete de ida
sin fecha y sin retorno.
Ahora que ansío decirte nuevamente que te amo
como aquellos que soñaban esta noche al mediodía,
decirte que te quiero otra vez en las aceras de tu calle
como si la palabra, la nube y el deseo
no se hubieran marchado con los vientos del sur
sin decirnos adiós, sin hacer la maleta,
como si el corazón de aquella adolescente con tu nombre en el pecho
volviera a visitarme y se quedara
y yo no estuviera en el alambre persiguiendo la luna que quisiste
como un gato que llora trastornado,
sin red y sin confianza.
Las flores y los prados tienen el mismo sino,
la misma larga noche
que apagará mis ojos,
mientras busco coronas, laureles, epitafios,
pasan las caravanas cargadas del perfume
que vierten los linderos,
que no puedo tener, sentirlo, propagarlo,
porque estoy en el valle y es abrupta la rampa.
Ya nadie me provoca, nadie quiere escucharme,
nadie intenta saber
qué había en mi mirada oscura, amarga, triste
conteniendo la fuerza, qué comentario irónico
despertaba las risas en la mesa de un bar
mustio de madrugada cuando ardía el bufón
de todas las comedias,
hace ya mucho tiempo, cuando aún te esperaba.
Cuando quise aprender
el arte de la vida,
la vida se reía siempre de mis intentos.
Las chanzas se apagaron como viejos vestidos,
lo que fuera brillante
se convirtió en derrota,
armarios retraídos que no tienen deseo
y que guardan portadas de revistas sin fecha.
Lo que fuera arrancar
besos en el olvido
es un trotar sin gracia
invocando la suerte,
pasan enfermedades, citas que nos aguardan
con la fragilidad
sincera de los cuerpos,
y pasan comentarios vacíos que no llegan
mientras toda la muerte reina en los hospitales
y el verso se nos hunde sin libertad ni orquesta.
Y tú y yo, separados por música y gemidos,
habitando en un mundo que no nos pertenece,
desvelamos los surcos del tiempo en nuestras almas.
A Pascual López, por su Humanismo sincero y su bonhomía.
"...hablarle a las nubes
es abrir un balcón donde se escucha el silencio de los pájaros."
(Vicente Martín - La Chica de la foto (II))
Es triste que no vuelvas a mover el destello
tibio de la colina en los brazos que sienten
la voz apasionada
que yace entre los olmos
camino de la Huerta cada día
y el cálido capricho de unas manos desiertas
en tu camisa clara entre los pensamientos
que lleva la miseria del arroyo
aventando las ramas profundas del azul,
la caricia que sufren
los labios de los vientos,
la humildad entrañable de la higuera
donde juegan sonrientes los niños que perdimos.
Es triste que no vuelvas con tu sonrisa amplia
a dejarnos la imagen
exhausta y fugitiva de la muchacha oscura
que ahoga la verdad, la fuerza y los sentidos
del forzado que nunca tuvo alas
y vuelve a sus caídas relatando la crónica
nocturna del amor cada mañana
abrupta como un paso que lo espera
en un Estrecho extraño que vierte su amargura
al Poniente que acecha a la alegría
cuando la tarde muere entre las rampas,
palidece y no llega a la orilla del templo
mientras muge en el Hacho la sirena
en el taró de agosto que aparece en diciembre
cuando las niñas penan la copla del naufragio
que gime en sus entrañas
y mustia volotea en la puerta entreabierta
que empuja Punta Almina hacia los duelos
en las ruinas del faro, en la voz de la muerte
que se adentra en los ojos vacíos de las sombras.
II
Lloraba el niño del velero y se quebraban los corazones
angustiados por el testigo y la vigilia de todas las cosas
y porque todavía en el suelo celeste de negras huellas
gritaban nombres oscuros, salivas y radios de níquel.
(Lorca – Paisaje de la multitud que orina)
Pienso que esa muchacha del alba que no llega
llevará extendida en el regazo
la sábana de un mártir
que no supo morir entre los muertos,
que sigue caminando entre las sierpes,
y vuelve a su dolor en sus pupilas,
el grito de una hoguera que rompe los vestigios
de la voz de los presos torturados
que llorando aparecen en la luz de la Luna,
el drama del atún que tiembla en la bodega
y tiene el mismo nombre que un torpe marinero,
y colgada en el mástil
la misma dirección que lo delata
y siente Europa lejos, amarga y sumergida,
y la turbia marea se mueve en el arroyo,
en la Laja inundada
por la nube y los sueños de un poeta
que busca los vestigios de amor en las orillas
y encumbra la añoranza de un ósculo en los charcos,
en la arena desierta
con un decir de ritmo alargado que hiere
y atraviesa la huella que mora en una rada
y muere en la memoria
del almacén de redes que aprendió otro rezo
que prende y no ilumina,
y la sonrisa estrecha
que añora su pasado en la fuente callada
ya no puede alentar un barrio moribundo
arrastrado en la alcoba de los niños
mientras las barcas buscan del monte la bandera
que no tiene color,
que agita en los periódicos los látigos del mundo,
y un cementerio herido, por la rabia azotado,
por la yerba, la cal y la injusticia
que anuncia en su rostro la vileza del mundo
y ahoga en el misterio del cante
su quejío,
en las velas que sufren su olvido en la Fragua
del dios de los gitanos que proclama en el vientre
de la noche su agonía y vaga en el exilio,
la angustia del viajero
que no halla la ruta de los lazos que puedan
amarrar las soledades
en los signos borrados por la senda del agua,
en el delfín que sufre las dagas de los botes
que huyen de la ruina.
El aullido del puerto perdido en los papeles
lacera y acorrala
la evocación sentida de los nichos sin nombres,
de los santos de piedra que pasaron
entre flores y lágrimas meciendo la locura.
III
He pasado toda la noche en los andamios de los arrabales
dejándome la sangre por la escayola de los proyectos,
ayudando a los marineros a recoger las velas desgarradas.
Y estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura.
(Lorca - Navidad en el río Hudson)
Esa niña que muestra
el manto de su olvido y su ignorancia,
el vuelo desvelado de su imagen rendida,
el llanto de la Virgen
acosada por el fervor postrero
de salmos que acorralan su capilla
recogerá las sábanas de los cuerpos ardientes
y el rumor de eucalipto que embriaga la Bodega
donde sufren los lirios
bajo el graznido torvo de los cuervos
el doce de diciembre,
bajo el púrpura gris envuelto en los fenicios
que rompieron su ruta en la esquina de un beso,
de los requiebros rotos, sumisos y angustiados
que sus venas no encuentran en el curso
callado de las olas donde vagan los pobres
que no muerden ni hablan en la orilla
cuando las amapolas abandonan la sangre
y arde oscura la copla en la noche más densa.
Esa niña que agita su bandera en el agua
se enamora del hombre
que acude cada día a la oficina
y archiva los misterios
pensando que el amor no se ha perdido
aunque hunda sus lágrimas
en el mástil de un Wall Street sonriente
mientras los tiburones socavan los cristales
y escupen el cemento en las fronteras,
en el regazo roto del Hudson que se encoge
y gime por la estatua que entregó las cadenas
al Cristo que no encuentra su camino en el hombre
aunque los crisantemos
mueran cada noviembre mirando las gargantas
rasgadas por el rastro perdido en los jazmines,
en las Piedras Mellizas
que acogen la ternura y el olvido
de un niño amortajado en un sudario bruno
que le cierra los ojos como si fuera un sueño
y le rompe la frente en un lienzo sin marco,
aunque la espuma ahogue los brotes de esperanza
y la sonrisa pierda
su fulgor en un íntimo lamento,
aunque en el Tarajal
resucite la sangre de los muros
y una novia no busque
la senda enamorada de los labios
ni el templo de la playa que rema en el levante
donde posó sin manos, sin saberlo
una frágil corona
de alhucemas en la tumba vacía
donde los altos vuelos encallaron
y los castillos recios de vanos enlucidos
cayeron en el rostro
descarnado y amargo de la muerte celosa.
Epílogo
Ahora solo queda ladrar contra el olvido,
encender una vela en el vientre
de los versos que pasaron
mientras sonaban los remos de los luceros en el alba,
cegados por la mano de la luna,
mientras la golondrina se adentraba en la tinta que nos aleja
y la muerte escribía una plegaria con sus alas
trémulas sobre la sangre
donde cantaron su última soledad los náufragos
que se ahogaron en el desierto de las aguas.
12 de diciembre de 1948: En esta fecha se produjo el naufragio más terrible que se recuerde en Ceuta. Entre los pescadores se conoce como el naufragio del Lobo, curiosamente este barco salvó a algunos de sus tripulantes, en algunos pesqueros de la zona (también en uno de Abyla) y algunos carboneros marroquíes murieron todos.
Tragedia del Tarajal: La denominada «tragedia del Tarajal» refiere a los acontecimientos que, el 6 de febrero de 2014, condujeron a la muerte de 15 personas en la playa del Tarajal, ahogadas mientras trataban de eludir a nado el dique que separa Marruecos de la ciudad autónoma de Ceuta para entrar en España como inmigrantes irregulares. (Wikipedia)
Francamente, Hallie, no sé porqué he colgado este pequeño poemario, tiene algunos poemas más, pongamos que era un lunes por la mañana, un festival de barrio, unas entradas caras, por motivo de mantenimiento, una película que necesitaba subtítulos, a pesar de haberse rodado en español, y un autor desconocido, bueno, pues a pesar de todo entre las pocas personas que van estás tú y además dejas constancia de que tu entrada era de pago.
Por supuesto que te lo agradezco, Hallie, y que recordaras que los mejores poemas ya los conocías. Supongo que estoy en una edad en que para llegar a algún sitio nos empezamos a exigir una sinceridad muy dura con respecto a nosotros mismos, no eres más feliz, pero puedes llegar a sentirte satisfecho. Creo que hace unos días no hubiera elegido este poemario para intentar mostrar algo de mí mismo, pero le estoy muy agradecido porque surgió sin hacerse notar y, a su manera, floreció, como las margaritas del Barranco, en el Llano de las Damas.
labios
este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros
besos
dejadme contemplar el mundo en una lágrima
(Leopoldo María Panero- Primer amor - Fragmento)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.