La poesía de Katy Parra (Murcia, 1964) sabe conjugar la forma y el fondo
con una solvencia sobresaliente. Sus versos, técnicamente perfectos, se
ajustan a un ritmo impecable y luminoso. El léxico emplea un registro
coloquial, fresco y preciso, lo que contribuye a crear una complicidad
inmediata con el lector. (La Red)
Coma idílico
No maldigas el tiempo que perdiste
conquistando mi alma
y otras cosas.
¿Aún deseas que te diga
lo que quieres oír?
Sírveme otra cerveza,
arráncame la ropa con los dientes
y destroza a pedradas
el castillo de arena y cicatrices
que a diario restauras
en alguna bahía de mi olvido.
Buzón de sugerencias
No hagáis caso
de aquellos que os amen demasiado.
Probablemente sientan
temor a que os vayáis.
Salid a pasear cuando la lluvia
despliegue sus urgencias.
Escuchad a los pájaros,
ellos sabrán deciros
si la luna es propicia.
Dejad que se amontonen
las sombras y la nieve
si no sabéis qué hacer con el insomnio.
Todo se desbarata con la luz.
Y aprended de los gatos
a vivir dignamente,
sin más ajuar que un mundo
que quepa en vuestras manos.
María
Se llamaba María.
Era como una lluvia
levísima de otoño,
con los ojos muy dulces,
del color de los bosques
en los cuentos de hadas.
Era como una luz
trasnochada y cumplida,
como la infatigable
sustancia de un domingo.
La soñé tantas noches
que acabé por creer
que mi vida era un sueño.
Versión definitiva
Nuestra historia de amor estaba escrita
y lista para ser ejecutada.
Tú encontraste una excusa
para dejar tu voz
en el interlineado de estos versos,
yo tan sólo busqué el sabor agridulce
de aquellos labios íntimos
que besé hasta olvidar
con que palabra empieza la derrota.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.