Quizás
nunca más vuelvas a llevar el vestido
de nuestra madrugada
en un campo de luna,
ni muestres el sendero en el que ardió la noche,
ni evoques la arboleda donde el mirlo reía.
Porque hoy me detienes
en el umbral del sueño
que se hunde en la duda que crearon los pájaros,
porque hoy el carmín tus penas no desborda
y hay folios en tu olvido, sin firmas ni palabras,
porque busco tu luz en las calles oscuras
de tu verso sin rima,
el amor en tu estela, la voz en tus fracasos.
Creo que la amaré siempre por ese poema que escribió en el olvido. Permitidme que evoque la fugacidad eterna de un pensamiento de Keats.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.